Clima laboral: el dinero no compra la felicidad
Señor Director:
Aunque una de las motivaciones más importantes para aceptar un trabajo es el sueldo, ¿será posible ser feliz ganando un buen salario sin tener tiempo para poder disfrutarlo, trabajando en un ambiente hostil, sin ser valorado y con un horario poco compatible con la vida personal y profesional? Claramente la respuesta es no.
Es sabido que una de las razones por las que el dinero no compra la felicidad es porque las personas se adaptan rápidamente al nuevo nivel de ingresos o a la riqueza. Por eso, tanto o más importante que un buen sueldo es el ambiente laboral donde se relacionan y se desenvuelven las personas todos los días. Al fin y al cabo estamos muchas veces más de 9 horas del día en nuestros trabajos.
Así lo demuestra un reciente estudio de Mercer, que comprobó que a la hora de buscar trabajo, las mujeres en todas las generaciones privilegian los componentes más emocionales, tales como su equipo de trabajo y el equilibrio entre lo laboral y lo personal. Hoy son cada vez más las empresas que reconocen que el clima en el trabajo tiene un impacto directo en la motivación, en el desempeño y en la productividad de sus empleados. Un ambiente positivo y de colaboración, sumado a un trabajo creativo y desafiante, retiene a los empleados y es, a su vez, también lo que los motiva a estar más comprometidos y a dar una milla extra.
Además de una remuneración atractiva, la estrategia de recompensa de las compañías a sus empleados tiene que estar enfocada en la atracción, motivación y retención de los talentos claves. El desafío, por lo tanto, es tener una propuesta de valor que motive y consiga identificar las claves del compromiso de los colaboradores, de manera de poder lograr una ventaja competitiva a largo plazo.
La tendencia actual es apostar a que los trabajadores se sientan realizados tanto profesional como a nivel personal. Ya se ha demostrado que los empleados felices y comprometidos son la base de las empresas exitosas y diferenciadoras. En definitiva, el llamado es a no olvidar que la gestión del clima laboral y el compromiso siempre es buena para la gestión de los negocios.
Javiera Valenzuela del Valle
Consultora Senior de Talento de Mercer Chile
Al bajar del avión
Señor Director:
Soy un asiduo pasajero de vuelos nacionales y he observado que al momento de la llegada a destino, al interior de la cabina de pasajeros se produce un caos: todo el mundo se pone de pie en el pasillo para intentar salir presurosos antes que el resto. Si uno está sentado al lado del pasillo es presionado a pararse para permitir salir al pasajero de la ventana, muchos intentan recuperar su equipaje de las gavetas sobre los asientos sin reparar ni en el poco espacio disponible ni en la humanidad, y en particular las cabezas, de los demás, y lo peor, todo esto para esperar de pie y apelotonados por pocos pero muy largos minutos a que se abran las puertas, lo que da pie a que comiencen los empujones para salir rápido del avión.
Propongo a las aerolíneas que establezcan un protocolo para salir del avión, de manera de evitar el desorden antes descrito, el que podría ser así: 1) Mientras todos permanecen cómodamente sentados aguardando la apertura de las puertas, el personal de asistencia abre todas las gavetas sobre las líneas de asientos. 2) Al abrirse las puertas, los pasajeros ubicados al costado derecho del pasillo se levantan, toman sus cosas y salen. 3) Luego hacen lo mismo en forma secuencial los pasajeros ubicados al costado izquierdo del pasillo, los pasajeros ubicados al costado derecho de las ventanas, y finalmente los pasajeros ubicados al costado izquierdo de las ventanas. Estimo que con esta simple medida todos quienes volamos frecuentemente ganaríamos en comodidad, y nos ahorraríamos tiempo y molestias.
Juan Luis Hernández Viera
Ingeniero Civil UC
Cambio de foco
Señor Director:
En otros tiempos, nuestra Presidenta miraba a las cámaras -en forma magistral- como si fueran ventanas. Hoy, lamentablemente, mira a las cámaras solo de reojo, como si fueran un confesionario...
Gabriel Guiloff