Señor Director:
Aysén: naturaleza virgen tan hermosa que los partidarios de su contemplación argumentan con bucólicos peñascazos.
José Luis Hernández V.
Señor Director:
Luego de la lamentable y decepcionante resolución de calificación ambiental que aprobara las represas de HidroAysén, no es de extrañar que bajo el actual marco normativo -sin un Estado planificador ni orientador de la política energética, y un mercado eléctrico abandonado a los actores privados que deciden donde y qué producir de acuerdo a su propio beneficio-, que hasta una central nuclear podría ser perfectamente aprobada. Mientras todos los sectores en este tema llaman a un debate nacional previo a una definición sobre estos proyectos, parece incompresible e inaceptable que el proyecto más grande de la historia de Chile como es Hidroaysén, que implica cambios estructurales en la matriz eléctrica del país, se imponga sin evaluar previamente sus implicancias estratégicas, económicas y territoriales, para la región y el país, y donde la evaluación ambiental debiera actuar una vez que estas definiciones políticas hayan sido previamente discutidas y resueltas con otros instrumentos e instancias de decisión. El hecho que con la aprobación de este proyecto Endesa y Colbún, dueños de Hidroaysén, pasen de representar el actual 74% de la generación del SIC a más del 90%, tiene claras repercusiones económicas y de política pública para un sistema que por un lado dice buscar la diversificación de la matriz energética, pero por el otro sigue reforzando la concentración monopólica, impidiendo que nuevos actores, y por lo tanto nuevas fuentes de energía, ingresen al mercado.
La institucionalidad ambiental es sólo una herramienta pensada para evaluar de manera acotada el impacto ambiental de proyectos en particular y no puede ni debe reemplazar la discusión nacional sobre lo que es más conveniente para Chile y su futuro, e Hidroaysén claramente no lo es.
Hernán Mladinic Alonso
Director ejecutivo Proyecto y Parque Pumalín
Señor Director:
He escrito muchas veces respecto a la tasa de interés máximo convencional denunciándola como una aberración. Esta tasa existe por ley y permite cobrar hasta un 50% extra del promedio que declaran los bancos de la plaza. Con ello se permite cobrar tasas elevadísimas en un segmento muy especial de créditos: el de menos de 200 UF, en pesos, a más de 90 días. Hoy esa tasa es de 49,3% y llegó a casi 58% anual en enero de 2009. Para explicar el tema: si una persona pide 199 UF expresado en pesos a 90 días, se le puede cobrar como máximo 20,67% anual. Si pide el crédito a 120 días la tasa sube a 49,32%. Pero si el mismo crédito de 200 Uf se otorga en UF a menos de 12 meses la tasa es UF+ 6,24% y a más de 12 meses UF + 7,44%. Con una inflación anual estimada en 4,5% anual, ¿que razón existe para que una persona que pide un crédito a cuatro meses en pesos pague cinco veces más de tasa que el mismo crédito en UF?. ¿Existe una correlación con el riesgo asociado? La modificación más rápida y apropiada es asociar este máximo a una razón con la tasa referencial de política monetaria del Banco Central, sin olvidar que en la crisis los bancos recibieron créditos a tasas bajísimas para alentar el crédito. Otra opción aun más válida es eliminar la distinción de créditos hasta 200 UF. Para transparentar de una vez por todas el tema, se debe complementar la información de la cuota que se paga por cada compra, adicionando la información de la tasa anual que esta implícita en ella.
Jorge Condeza Neuber
Señor Director:
Brillante la respuesta de don Tomás Anderson a mi nota sobre lo que hoy significa ser socialista. Sólo me queda decir con toda nobleza: ¡touché!. En todo caso, una reflexión: el nazismo en Chile prácticamente no existe, pero el socialismo eligió recientemente a dos presidentes de la República. Por lo tanto, quien debe hacerse cargo de la “confusión conceptual” a que alude don Tomás no es aquél que ironiza sobre ella, sino aquél que vota con ella.
Gabriel Guiloff