Señor Director:
Sorprende que algunos parlamentarios de la Concertación estén pidiendo la renuncia del subsecretario Rodrigo Ubilla, tras revelarse el presunto sobreprecio que habría pagado Interior en una licitación.
En primer lugar, porque el proceso de compra se frenó antes de que se realizara el pago. En consecuencia, el Estado no ha perdido un solo peso.
En segundo lugar, porque el densímetro de $ 23 millones que hoy tanto cuestionan, fue adquirido en 2007 y 2008 a la misma empresa -y por el mismo ministerio- a un valor similar. Obvio. Ahí nadie dijo nada.
En tercer lugar, porque en sus gobiernos actuaron de forma diametralmente diferente ante casos infinitamente más graves que este. Por ejemplo, en el MOP-Gate, en vez de pedir renuncias inmediatas a los responsables -lo que la actual administración ya ha materializado con las salidas de Alejandro Peña y Felipe Baeza- el vocero de ese gobierno, Heraldo Muñoz, sostenía que los funcionarios públicos involucrados “tienen que desempeñar sus cargos normalmente hasta que alguna investigación determine justamente que hay alguna responsabilidad”.
Juan Carlos Sotomayor F.
Señor Director:
Han transcurrido varias semanas desde que el ministro Pablo Longueira anunciara la intención de traspasar Conicyt desde el Ministerio de Educación al de Economía. El rechazo a esta propuesta es prácticamente unánime, y la idea ha sido duramente cuestionada por miembros del Consejo de Rectores, las Sociedades Científicas, Premios Nacionales de Ciencias, Parlamentarios, autoridades académicas y organizaciones afines.
Poco énfasis se ha puesto en la falta de evidencia para justificar esta propuesta. La experiencia de los países líderes en vinculación entre la academia y el sector productivo, como queda reflejado en un reciente estudio que preparamos, muestra tres elementos fundamentales: una clara separación de roles en la formulación, desarrollo y evaluación de la política nacional de ciencia por instancias independientes, la existencia de Ministerios de Ciencia responsables de la coordinación de la política nacional de ciencia y su ejecución por agencias sectoriales, y una distinción clara entre la estrategia nacional de ciencia y tecnología respecto a la de innovación. Todo lo anterior dista del modelo al cual Chile transita, marcado por una hegemonía del Ministerio de Economía en todas las etapas del desarrollo de la política nacional de ciencia, y con escasa o nula participación de la comunidad científica en la formulación y evaluación de dicha política.
Es de esperar que, por el bien del desarrollo científico y, por ende, de nuestro país, podamos retomar el rumbo del diálogo y de la política pública basada en la evidencia y la experiencia de los países que son exitosos en la materia.
Pablo Astudillo, Carlos Blondel, Katia Soto, Tomás Norambuena, María José Gallardo
Movimiento Más Ciencia para Chile Fundación Más Ciencia
Señor Director:
En todas las esquinas, plazas y edificios se vislumbran millones y millones de pesos gastados en avisos impresos de la campaña municipal, lo cual es un reflejo de lo alejado que están algunos sectores de las nuevas formas de comunicación que día a día ganan terreno entre la ciudadanía, principalmente entre los jóvenes, que son a quienes es fundamental convencer para votar.
Está demostrado que el buen uso de las plataformas sociales pueden generar mayor cercanía con el público al cual queremos llegar, nos permite entregar un mensaje mucho más dirigido, focalizado en las necesidades de cada grupo y a atender el principio básico de las comunicaciones: no saturar. Las antiguas formas de comunicación política pretenden llegar a todos por igual y hay que asumir que eso ya no es atractivo ni efectivo.
Las redes sociales deben convertirse en los nuevos afiches, ahorrando dinero, siendo más certeros en la comunicación, contaminando menos la visual de los espacios públicos y permitiendo mejor seguimiento de los compromisos asumidos por cada uno de los candidatos.
Salvador López E.
Director Digital BMR