Reformas estructurales y buena fe
Señor Director:
La altísima abstención que vimos en las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias da cuenta del descontento de los electores más que con la política en sí, con quienes la ejercen, es decir, con los políticos. Podría decirse, en términos futbolísticos, que la ciudadanía les puso tarjeta amarilla.
Sin duda que la abstención no afecta un ápice la validez de los resultados, pero sí nos lleva a preguntarnos qué tan legítimas son las reformas estructurales que se han hecho y se están intentando hacer por parte del pacto político ganador, toda vez que estas reformas afectan a la sociedad completa, incluyendo a esa mayoría que mostró su descontento no votando.
El principio rector de la democracia es el respeto, el cual exige no sólo al que obtuvo menos votos respetar los resultados, si no también, al que obtuvo más, actuar de buena fe. Así las cosas, no es bueno ni deseable que la mayoría de una minoría pretenda llevar a cabo reformas estructurales que afectarán de manera gravitante y en el largo plazo a todos los chilenos, incluso aquellos que manifestaron su descontento.
Independiente de los virtudes y/o defectos que estas reformas puedan tener, nuestra clase política debiera abstenerse de promover y legislar toda reforma estructural mientras no haya sido elegida respaldada con una elección donde haya votado la amplia mayoría del padrón electoral.
En cualquier caso, de haber un cambio en la Constitución, debería ser en este sentido.
Eduardo Silva Donoso
Imacec
Señor Director:
El Imacec de octubre de 1,5% hace preguntarnos por las proyecciones de crecimiento para lo que resta del año, y desde luego el PIB 2015. A mi entender, las expectativas para noviembre apuntan a un 1,1% y para diciembre de un 1,5%. A su vez, el PIB de 2015 debería estar en torno al 2,8%. Este pronóstico considera un precio del cobre en US$3 e impulsos vía gasto público y tasa de interés. Que el PIB 2015 sea superior o inferior a 2,8% será de exclusiva responsabilidad de la autoridad, manteniendo el resto de variables constantes, en la medida de que gestione acciones que mejoren o empeoren los niveles de confianza. Actualmente tanto el consumo de bienes durables como la inversión se encuentran a la baja, por lo que es labor de la actual administración mejorar en este aspecto. En tal sentido, el escenario económico se complejizará toda vez que en 2015 tendríamos discusión constitucional, lo que influiría negativamente en el PIB de los años siguientes, no por la nueva constitución, sino por el contexto, suma de reformas, y equívocos en procederes que han sido parte del espíritu reformador de quienes hoy nos dirigen.
Piero Moltedo Perfetti, Universidad Santo Tomás