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Ingreso ético y salario mínimo 



La Cámara de Diputados tramita el proyecto de ley, enviado por el gobierno, que establece un Ingreso -no salario- Ético Mínimo (IEM), basado en una antigua idea de M. Friedman sobre impuestos negativos a la renta para asistir a los sectores más pobres sin afectar el mercado laboral.

La diferencia entre “ingreso mínimo” y “salario mínimo” es muy importante puesto que este último sólo se puede obtener de los empleadores, mientras que el ingreso depende además de las transferencias y subsidios que se puedan obtener de otras fuentes.

El IEM ataca la raíz del problema: la pobreza. Identificando a las familias bajo un estándar mínimo de recursos autónomos y con subsidios en dinero y especies, el IEM logra que esas personas tengan un ingreso mínimo que les permita vivir dignamente. El proyecto se preocupa de no desincentivar el procurar ingresos propios y pone condiciones, en especial en relación a la educación y al cuidado de la salud de los niños. Así diseñado, el IEM no tiene efectos negativos sobre el empleo ya que no afecta el mercado laboral a través de salarios mínimos, sino de ingresos y el Estado se hace cargo de la diferencia.

Los salarios mínimos no solucionan el problema de la pobreza, sino que la agravan, porque provocan mayor desempleo en los trabajadores menos calificados, generando un círculo vicioso. Estos son promovidos por grupos corporativos y sindicales para proteger sus propios empleos, sacando de competencia a los trabajadores de baja calificación y aumentando los salarios de los que ya están empleados, generando más desempleo y pobreza en los grupos más vulnerables.

Una vez implementado el IEM, se debería estudiar la eliminación del salario mínimo ya que habrá perdido su sentido como instrumento para lograr mejores ingresos. El ingreso ético, en cambio, sí lograría ese objetivo, quitando una distorsión del mercado laboral y logrando de manera efectiva mejores niveles de empleo en los sectores más pobres de nuestro país.



Víctor García Ossa


Economista, Rector Santo Tomás Osorno


Renuncia de ministro



Señor Director:


Pocas veces ha sido más exacta la expresión “los ministros son fusibles” que en la renuncia del ministro de Energía. Precisamente el ministerio que no está para pasar de apagón en apagón.



José Luis Hernández Vidal


Perspectivas económicas



Señor Director:


Las perspectivas para la economía chilena sin duda son a la altura del primer semestre del año, mucho más auspiciosas y con mejores que a fines del año pasado. Sin embargo, algunas sombras enrarecen el ambiente: la inflación parece ser un problema, pues marcó en marzo una variación anual de 4,4%. Sumado a esto, el alto dinamismo de la demanda interna, sin indicios que nos puedan llevar a aseverar que la fuerte expansión fiscal de fines del año pasado se morigerará este año. Muy al contrario, las demandas sociales presionan para un ingente gasto público. Si a lo anterior le sumamos el apretado mercado laboral, sencillamente no se ven atisbos de moderación de la inflación, al menos durante el próximo trimestre.

En el frente externo, si bien la probabilidad de escenarios catastróficos se ha reducido, paulatinamente ha ido disminuyendo la probabilidad de escenarios globales muy negativos. Por otra parte, el escenario internacional ha influido y, lo seguirá haciendo, en los movimientos en la paridad del tipo de cambio.

En concreto, estamos frente a nubarrones de una perspectiva inflacionaria ascendente, y a una mayor volatilidad en las cifras de inflación y de paridad de tipo de cambio esperadas, sobre todo para la primera parte del año. La sombra de una duda redundará en una actitud más cautelosa para la política monetaria del Banco Central.



María Eliana Rojas


decana de la Facultad de Ciencias Empresariales de Universidad AutónomA

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