Señor Director:
Trágico fue el accidente del 21 de diciembre en Avenida Kennedy, en el que falleció Jorge Eduardo Basso Ruiz, después de estrellar su auto a 170 km/h, contra un árbol, un poste y un edificio. Lo curioso es que algunas personas están culpando al concesionario de Costanera Norte que no construyó la ruta. Debemos recordar que ésta fue hecha por los municipios de Vitacura y Las Condes y especialmente “dirigida” por Joaquín Lavín en los años 90.
Cuando surgen problemas y desastres, la gente culpa injustamente a las instituciones y empresas de mercado. En este caso el culpable es el concesionario que administra la carretera y no el conductor del vehículo ni el gobierno que comisionó y aprobó el diseño de la Avenida Kennedy. El cojo siempre culpa al empedrado. Es cierto que las empresas a veces son responsables de perjuicios e inconvenientes. Pero no siempre es así.
En realidad, las instituciones y las empresas de mercado han tenido mayor responsabilidad en mejorar la calidad de vida, mientras que el Estado y su regulación son responsables de la mayoría de los daños que hemos visto. El misterio grande es por qué muchos chilenos tienden a pensar que el mercado es más culpable que el Estado en la producción de males. En el caso de Avenida Kennedy, el mercado es el menor culpable. Un individuo puede ser irresponsable por tener mal juicio, o el Estado y sus reguladores pueden equivocarse por incentivos perversos, ignorancia o corrupción. Sin embargo, los actores del mercado desean preservar su reputación y tienden a errar menos.
La lección de Avenida Kennedy es que no cojeamos por el camino de piedra conformado por las empresas, sino por la absurda convicción de que el Estado puede corregir la estupidez humana o mejorar nuestras vidas.
John Cobin
Ph.D. Académico Facultad de Economía y Negocios Universidad Andrés Bello
Señor Director:
Vengo llegando de una asamblea en Mehuín, donde los verdaderos pescadores artesanales analizamos el proyecto de ley de pesca y estamos claros en nuestra apreciación: no estamos de acuerdo con las licitaciones.
Distinto sería si la pesca sobrara en Chile, pero no es así.
Estos aparecidos de este último tiempo quieren entrar al sector a toda costa y comprar cuota a como dé lugar. Acomodan la verdad a su pinta. Nosotros, que hemos pescado toda la vida, sabemos que lo único que van a lograr con remates es poner más presión sobre los recursos de las pesquerías que ya están perjudicadas.
Si queremos que nuestros nietos coman pescado, tenemos que cuidarlos y darle tiempo al recurso para que se recupere.
Un consejo a los que quieren todo ahora: déjense de catetear y estudien bien el proyecto de ley de pesca. Y busquen otros negocios, que la pesca no da para más. Pensemos en Chile, que es futuro de los recursos marinos.
Humberto Chamorro A.
Secretario de Relaciones Nacionales e Internacionales Confepach
Señor Director:
En mi calidad de persona común he leído con estupor la información de que el gobierno y la mayoría parlamentaria no contemplan reformar el mercado del trabajo.
No es necesario ser economista para percibir que la continuación de las actuales condiciones en esa área es desastrosa para la mayoría de la población y para el país entero. Es previsible que habrá malestar ciudadano y se producirá un tira y afloja, como sucedió con motivo de las manifestaciones estudiantiles, resultando medidas que no abordan el fondo de la situación.
La relevancia del tema laboral amerita que quienes corresponde informen al país acerca de las implicancias y opciones al respecto, fundamentando debidamente sus propias posiciones.
Patricio Farren Cornejo