Señor Director:
La intervención cambiaria está ya en curso. Cumplió con el test ácido de que la inflación estuviera baja y controlada, lo que no ocurrió en el año 2008.Hay varias cosas que analizar:1) El comunicado oficial del Banco Central para justificar la intervención es que Chile necesita acumular más reservas; que estas son aún muy bajas en relación a países de desarrollo similar. Sin embargo, cuando miramos países más desarrollados que Chile, su nivel de reservas comparado con el PIB es más bajo que Chile. Se menciona alcanzar el 17% del PIB para hacer frente en mejor forma a fluctuaciones internacionales más severas. El Banco Central en consecuencia tiene objetivos explícitos (en la Ley definidos) e implícitos. ¿Es un second best el statuo quo actual del marco legal que rige al Central? ¿Por qué no se transparenta la función de reacción? Así, la toma de decisiones de empresarios y consumidores sería más informada. Y propendría a un upgrade industrial más acelerado del sector exportador. 2) Ganancias del aumento transitorio del tipo de cambio. Las grandes firmas exportadoras, que compran producción a pequeñas empresas, ¿les traspasarán parte de las ganancias por mayor valor del dólar, a raíz de la intervención?. Los contratos en el sector agroindustrial, ¿permiten esta ajustabilidad de modo que favorezca a toda la cadena productiva?. La estructura exportadora chilena es bastante concentrada. Si no hay traspaso de ganancias de tipo de cambio, una política pública explícita debería contribuir a compensar este desnivel. De lo contrario, la innovación y la diferenciación de productos en estos sectores se verá claramente desfavorecida, acentuando la concentración de la cadena exportadora.
Francisco Castañeda
Economista Usach
Señor Director:
A raíz de lo sucedido con los colados, es conveniente aclarar que problemas de este tipo no son nuevos. Cada cierto tiempo aparecen alimentos contaminados, pero nuestra frágil memoria de consumidores hace que, tras el paso de algunas semanas, vuelvan al mercado.Los colados infantiles son muy consumidos en los hogares chilenos, pues facilitan trabajo a los padres y están respaldados por grandes marcas internacionales. Sin embargo, en este caso en particular, es necesario saber que la iprodiona, un funguicida ampliamente usado por los agricultores, integra la lista europea de insumos que pueden producir cáncer o alteraciones en las hormonas masculinas. Según cifras del ISP, el colado de durazno analizado contiene siete veces más iprodiona que la norma europea. Como no poseemos regulación para los alimentos procesados, Nestlé se basa en esto para decir que sus productos están dentro de lo que estipula la ley y que el problema viene desde los productores. Recordemos que Chile exporta duraznos a Europa y produce alimentos orgánicos que sí cumplen con los estándares. Entonces, ¿qué estamos esperando para que nuestros niños coman alimentos que no los enfermen? Un dato: en Inglaterra un tercio de los alimentos para bebés son orgánicos, pues los padres comprenden la importancia de una alimentación saludable. Chile, por su parte, posee todas las condiciones, técnicas y humanas, para producir sano, de manera de sentar nuevas bases sobre la alimentación de sus futuras generaciones.
Jorge O´Ryan
Docente Escuela de Agronomía - UDLA
Señor Director,
Comparto casi la totalidad de las ideas vertidas por Karen Poniachik en su columna sobre adaptación al cambio climático del 10 de enero. ¡Al fin una visión pragmática que ni gasta su tiempo mencionando iniciativas de bajo o nulo impacto tales como la mitigación! Solamente quisiera aclarar dos puntos. El primero es que los testigos climáticos muestran que los cambios de clima siempre han sido tanto o más abruptos que el actual. Sólo en los últimos 10.000 años ha habido al menos 12 cambios iguales al actual. El segundo es que el calentamiento global no se ha intensificado y está detenido desde el peak de 1998. Es decir, llevamos ya 13 años relativamente estables. El problema no es el clima, somos nosotros y nuestra percepción errada de supuesta estabilidad, que corresponde a un deseo y no a un hecho. En la medida que la población humana aumente sobre la Tierra, deberemos responder las preguntas que tan precisamente formula Karen Poniachik, si queremos tener un desarrollo realmente sustentable.
Carlos Gana Barros