Ataques a comisarías, la nueva normalidad
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Señora Directora:
Ya van varias comisarías atacadas incesantemente los últimos días; más de 160 recintos policiales dañados desde que se desató el estallido de violencia el 18 de octubre pasado. Todo frente a una sociedad que parece mirar de soslayo cómo la institución garante de la seguridad pública es agredida sin contemplación ni apoyo político.
Es sorprendente que los responsables de hacer cumplir la ley se tengan que estar escondiendo de aquellos que la vulneran y se aprovechan del desamparo en que se encuentra la institución para dar rienda suelta a sus conductas delictuales. ¿En qué minuto el Estado dejó de cumplir sus obligaciones con uno de los organismos que, precisamente, lo sostiene?
Hay un evidente interés de los grupos que están al margen de la ley por debilitar al máximo a las policías, ya que eso es justamente lo que buscan para actuar sin obstáculos ni contrapesos, con la complicidad de quienes prefieren guardar silencio antes que pagar costos políticos. Hoy los carabineros no se atreven a repeler estos ataques por temor a ser acusados de abuso y dados de baja.
Ante esto, cabe preguntarse, ¿las autoridades actuarían con igual desidia si los violentistas atacaran de esa manera la casa de gobierno o el Congreso?
Carlos Cuadrado S.
periodista