Regla fiscal de balance estructural: discusión pendiente
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l informe de una agencia clasificadora publicado esta semana comienza con esta tajante afirmación: “La reanudación del crecimiento económico en América Latina no será suficiente para reparar las finanzas públicas en la región sin medidas fiscales estructurales”.
En Chile, donde el Banco Central acaba de proyectar un alza del PIB del rango de 6% a 7% para 2021, la advertencia parece un sobrio recordatorio de cuan onerosa ha sido esta pandemia para las finanzas públicas, con una deuda fiscal bruta que el año pasado representó el 32,5% del producto, un nivel no visto en tres décadas.
En este delicado contexto fiscal, que la prolongación de la pandemia sólo hará empeorar, resulta muy oportuna la discusión en ciernes respecto de la llamada “regla fiscal” (o de balance estructural), creada a inicios del siglo justamente para contener el nivel de gasto público e impulsar la disciplina fiscal, con miras a contrarrestar los inevitables altibajos cíclicos de la economía.
En nota publicada ayer, dos economistas planteaban la necesidad de actualizar la regla fiscal -cuya credibilidad estiman en duda debido al escaso compromiso político de sucesivos gobiernos con ella- para el mundo post pandemia. Sus propuestas se suman, y en general van en línea similar, a las que el Consejo Fiscal Autónomo hizo la semana pasada, cuando advirtió que la deuda pública seguirá creciendo “de no adoptarse medidas de consolidación fiscal”, por lo cual aconseja “avanzar en el fortalecimiento de la institucionalidad fiscal”.
Esta es una discusión clave que ha estado lamentablemente ausente de la agenda política reciente. En su momento, la regla fiscal fue un instrumento de consenso muy valioso para la sostenibilidad fiscal de Chile, y si bien puede requerir ajustes, lo esencial es mantenerla como eje rector de dicha sostenibilidad. Es el tipo de cuestiones de fondo que, por ejemplo, cabría esperar que aborde una convención constituyente.