Transición energética: una verdad incómoda
Ricardo Raineri Pdte. Asoc. Internacional Economía de la Energía (IAEE) investigador asoc. Clapes UC
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Nuestra memoria es frágil, y quizás no todos recuerdan las crisis energéticas que hemos enfrentado, como la que surge de una prolongada sequía que llevó a un racionamiento eléctrico, con apagones, y afectando a electrodependientes, el transporte, y actividad productiva, entre otros; o la falta de gas natural importado, también con graves consecuencias en el sector productivo, generación eléctrica, y riesgos de suministro residencial, el cual se tuvo que suplir con petróleo a US$ 140 por barril y la construcción de terminales de gas natural licuado. Las crisis no son ajenas al mundo de la energía, y en un escenario donde se espera que en 2040 la población llegue a 9 mil millones de personas, y la demanda global de energía aumente en 40%, los desafíos para asegurar un suministro energético confiable, limpio y sustentable, y que no ponga en riesgo la competitividad del país, serán cada día mayores.
Durante la última década, el sector energético ha experimentado grandes cambios, y como ministro de energía del presidente Sebastián Piñera, tuve el privilegio de impulsar muchas de sus reformas, las que han generado un profundo cambio en la matriz energética. A inicios de la década, el país optó por hacer un giro hacia más energías renovables. Ello, después que en el periodo presidencial anterior se aprobaran 42 termoeléctricas, incluida Campiche, sin que existiera una norma de emisiones de contaminantes (MP, SO2, NOx), lo que contribuyó a aumentar aún más el malestar y desconfianza de la población.
¿Qué gatilló que Chile lidere tempranamente la transformación de la matriz energética/eléctrica, con un importante aumento de energías renovables no convencionales (ERNC), como solar y eólica?
Ello es consecuencia de políticas favorables con sólidos marcos institucionales, alta confianza de los inversionistas y amplios recursos naturales, con condiciones internacionales muy favorables como bajo costo de financiamiento y fuerte reducción de costos de las ERNC, eólica y solar. Son las acciones y políticas de desarrollo impulsadas desde el ejecutivo a inicios de esta década, y las demandas de la ciudadanía, lo que llevó a cambiar el foco de la inversión en generación hacia las ERNC.
Son relevantes la Ley 20.698, que en un consenso con el parlamento y otros actores, establece una meta de 20% de ERNC para 2025, pero que en los hechos se cumplirá en 2020 como fue comprometido en 2009 por el entonces candidato presidencial Sebastián Piñera, compromiso del que muchos dudaron de su viabilidad; la decisión de interconectar el SIC y SING, comprometida en los mensajes presidenciales a la nación de 2011 y 2012, que también contó con detractores, más el fuerte impulso al desarrollo de la transmisión como habilitador del desarrollo de la generación, reflejado en los planes de expansión del sistema de 2011; la norma de Emisiones de Centrales Termoeléctricas de 2011; la habilitación de terrenos fiscales para el desarrollo de proyectos ERNC, que resultan desde un acuerdo en 2010 entre los ministerios de Energía y de Bienes Nacionales; la Ley 20.571 de generación residencial de 2012; el apoyo a la geotermia, con concesiones y también financiamiento desde Enap a la primera planta en Chile; y el apoyo con financiamiento a proyectos ERNC piloto, como la próxima planta solar térmica; entre otras iniciativas.
Entre 2006 y 2009 se aprobaron ambientalmente 10.004 MW en proyectos de generación, 66% térmicos y 34% renovables (16% ERNC), entre 2010 y 2013 se aprobaron 16.176 MW, 26% térmicos y 74% renovables (68% ERNC), y son posteriormente éstos los proyectos ERNC que entran en servicio y posicionan a Chile como líder en la transformación de la matriz energética/eléctrica a nivel global.
Los proyectos de infraestructura energética no se construyen en un día, y los efectos de la mayoría de las políticas y resultado de las decisiones de inversión que se toman hoy, se verán dentro de algunos años. El liderazgo de Chile en las ERNC responde mayoritariamente a acciones y decisiones de política que se expresan a inicios de esta década, sumado a la acción del sector privado en favorables condiciones de acceso al financiamiento, fuerte disminución en los costos de las tecnologías, y el aún apropiado clima de negocios del país.