RCEP, el tratado de libre comercio más grande del mundo
Andrés Rebolledo economista
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Andrés Rebolledo
La semana pasada, en medio de la pandemia, proteccionismo, y crisis económica, dos buenas noticias pasaron algo inadvertidas en medio del tráfago de nuestra agenda local y regional. Se suscribió el RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership), el acuerdo comercial más grande que se haya firmado nunca y que reúne, en torno a China, a 15 países de Asia y Oceanía (miembros de ASEAN, China, Japón, Corea, Nueva Zelandia y Australia) que juntos representan el 30% de la población, comercio y economía mundial. India participó del proceso, pero finalmente no del cierre de las negociaciones, por lo que es un candidato natural en su primera ampliación.
Por otra parte, se anunció el inicio de negociaciones comerciales entre India y la Unión Económica Euroasiática (Rusia y sus aliados), que congrega a dos fuerzas economicas principales. Ambas noticias reflejan el ímpetu en la transformación de la economía mundial y la reconfiguración en los liderazgos en la agenda comercial, proceso en el cual los últimos años nuestra región sólo toma palco como espectador.
En el marco de la pugna por la hegomonía económica y tecnológica entre EE.UU y China, el RCEP es un movimiento en el tablero que refuerza la política regional de China y un complemento a su Iniciativa de la Franja y la Ruta. China da un paso más en el diseño de una arquitectura regional que le permite ganar posiciones relevantes y llenar el vacio que ha dejado el trumpismo en la agenda comercial global
El RCEP fortalecerá las cadenas de suministro regionales. El comercio hoy se organiza en cadenas de valor y este acuerdo tiene como objetivo acortar esas cadenas, mejorando la competitividad regional como respuesta a fuerzas que presionan para relocalizar inversiones hacia sus regiones de origen en occidente.
El acuerdo rebajará los aranceles hasta el 90% en el comercio de bienes y aborda asuntos como el comercio de servicios, la economía digital, las inversiones y la propiedad intelectual. Sin embargo, su contenido es de menor alcance y profundidad que el TPP. No contiene las cláusulas habitualmente conflictivas de propiedad intelectual, aunque tampoco incluye disposiciones que refuercen el enforcement de normas ambientales y laborales.
Es verdad que ASEAN ya tiene acuerdos bilaterales vigentes con sus socios. Sin embargo, el valor esencial del RCEP es, por una parte, la amonización en las normas que permite generar un mercado ampliado e integrado y, por otra, la dimensión geopolítica de un Acuerdo que siempre fue concebido como el contrabalance de China a los esfuerzos truncados de Estados Unidos, que en su momento impulsó el TPP y TTIP (EEUU-UE).
Por ello, el RCEP le pone presión a EEUU. El desafío del Ppresidente Biden será volver al ruedo multilateral, el respeto por las normas globales y retomar el impulso comercial para hacer frente a la perdida de competitividad en esa región. Enfrentará resistencia interna de posturas anticomercio, tanto de algunos demócratas, como del trumpismo mercantilista y proteccionista que persistirá en la política americana.
Por su parte, Chile ya tiene acuerdos vigentes con 11 de los 15 miembros del RCEP, China y Asia son nuestros principales mercados de exportación y una fuente muy importante de inversiones. Por ello, nuestra diplomacia económica debiera evaluar fórmulas de acercamiento a este nuevo referente comercial, profundizar nuestra relación con ASEAN, solicitar nuestra incorporación o acceder a un estatus intermedio de observador.