China y EEUU se preparan para una guerra comercial y la gran perdedora podría ser la economía mundial
Empresas como Qualcomm, Apple y Boeing podrían sufrir perjuicios en el mercado con más consumidores del planeta. La potencia asiática vería dañado el volumen de sus exportaciones y su crecimiento económico.
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El campo de batalla no es un país, sino el mundo entero; las armas no son misiles, sino sanciones comerciales; las pérdidas no son vidas humanas, sino puntos del PIB y empleos. A medida que se aproxima la llegada al poder del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, crece el temor por una guerra comercial con China, el mayor exportador del planeta, una confrontación en la que, según los expertos, no habría ganadores.
El futuro mandatario de EEUU ha criticado duramente al gigante asiático, acusándolo de manipular su divisa y amenazando con aranceles. Desde la segunda economía mundial, la respuesta ha venido por medios oficiales como Global Times, que la semana pasada alertó que el Ministerio de Comercio del país tiene “flores a la entrada” pero “grandes palos” en su interior.
Fuentes oficiales consultadas por la agencia Bloomberg aseguran que el gobierno chino ya realizó un catastro de posibles respuestas ante las eventuales medidas punitivas de Trump, en consulta con una serie de departamentos.
La reacción que tenga el Partido Comunista Chino a las provocaciones del futuro presidente de EEUU -quien ya ha generado roces bilaterales con sus señales diplomáticas hacia Taiwán, que el gigante asiático considera una región propia- es el segundo mayor riesgo para los mercados globales este año, según un análisis de la consultora Eurasia.
La baraja de Trump
La inclusión en el futuro equipo comercial de duros críticos de las políticas comerciales chinas (como el futuro secretario de Comercio, Wilbur Ross, o el jefe del Consejo Nacional de Comercio, Peter Navarro), encendió las alarmas en Beijing.
El propio presidente electo Trump, quien llegará al poder la próxima semana, ha amenazado con imponer un arancel de 45% a todas las importaciones del país asiático, para lo cual tiene amplias atribuciones. Pero también tiene a su disposición otras armas, entre ellas un arancel temporal de hasta 15% a los productos fabricados en un país específico.
Durante la campaña, el economista para Asia de Daiwa Capital Markets, Kevin Lai, manifestó que dichas medidas podrían generar hasta un 87% de baja en los envíos del gigante asiático a EEUU, creando un perjuicio de unos US$ 420.000 millones. Con el tiempo, estimó, eso perjudicaría hasta en 4,8% el PIB chino.
Pero quizá más importante es la imagen del presidente Xi Jinping, quien este año enfrenta una transición de poder en el congreso del partido. Es, según el análisis de Eurasia, “un mal momento para verse débil o irresoluto”.
El arsenal chino
Por su parte, el gobierno chino tiene a su favor las ganancias que muchas de las mayores empresas estadounidenses obtienen de sus ventas en el mayor mercado mundial por número de consumidores. En ese sentido, Beijing podría endurecer la fiscalización a las empresas estadounidenses que operan en su territorio, con medidas arbitrarias, o aplicar aranceles selectivos.
Según un editorial del diario gubernamental Global Times, “un paquete de órdenes a Boeing será reemplazado por un pedido para el consorcio europeo Airbus. Las ventas de automóviles y iPhones en China se verán afectadas y las importaciones desde EEUU de soya y maíz se frenarán”. Con ello, la capacidad de inversión de dichas empresas y, eventualmente, su número de empleados, podría disminuir.
Impacto global
El economista jefe para Asia de Oxford Economics, Pryanka Kishore, djo que las consecuencias de una guerra económica entre las dos primeras economías del planeta podrían sobrepasar las fronteras de ambos gigantes. “Todas las economías asiáticas tendrán que prepararse para un mayor proteccionismo en medio de un crecimiento global mediocre y el mayor populismo de occidente”, sentenció.
Entre las más afectadas, además de China, estarían Japón y Corea del Sur, que venden más a EEUU de lo que le compran y están en el centro de una compleja candena regional de suministro. Y las industrias más expuestas serán las de telecomunicaciones, autos y computadores.