Altos y bajos de los presidenciables de cara a la recta final
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A menos de dos meses de las elecciones del 21 de noviembre, los siete abanderados entran en la última fase de la carrera a La Moneda, con el inicio de las campañas y tras un debate donde estuvieron ausentes los grandes temas, como la reactivación, la creación de riqueza, distribución del ingreso, niveles de pobreza, el dilema tributario y las relaciones internacionales.
1. Gabriel Boric
(Apruebo Dignidad): Los vientos a su favor
Aunque la carrera presidencial está completamente abierta, al menos de acuerdo a la última encuesta CEP que indicó alto niveles de indecisión a solo dos meses de las elecciones (un 50%), en las últimas semanas se ha instalado en el tablero una cierta ventaja de Boric. Como si los vientos corrieran a su favor, en parte por los errores de su principal competidor, Sebastián Sichel (como los episodios de "las experiencias vitales" o la tirantez del exministro con su bloque, tanto por el 10% como por algunas candidaturas parlamentarias cuestionadas, por ejemplo); y, en parte, porque Boric ha hecho suya la bandera del cambio y de las transformaciones.
En la encuesta CEP, el magallánico lidera con 13 puntos en adhesión (¿Quién le gustaría a Ud. que fuera la o el próximo presidente de Chile?), aunque en el margen de error respecto del candidato de Chile Podemos Más (11%). En otro sondeo más reciente, el de Feedback, Boric igualmente se encuentra arriba con un 27% (¿Por cuál de los siguientes candidatos presidenciales votará usted?). En este estudio, sin embargo, aumenta la distancia: está cuatro puntos arriba de Sichel, que obtiene un 23% (mientras José Antonio Kast tiene un 19% y Provoste un 7%).
Las dificultades de la candidata DC, cuya opción de remontar parece casi imposible luego del debate del miércoles, no hace sino robustecer al candidato de la izquierda, que tiene en su mano a buena parte del electorado socialista, que no votaría por Provoste en la primera vuelta.
A menos de dos meses de las elecciones, dos asuntos parecen claros: su ventaja y robustez no parece irremontable, sobre todo con una carrera abierta. En un país donde el anticomunismo está vigente –lo que reconocen en el mismo PC y quedó demostrado en el resultado de Daniel Jadue en la primaria–, un riesgo latente para la candidatura de Boric será que la opinión pública advierta que su llegada a La Moneda representará en paralelo la llegada del PC a la primera línea política, a diferencia de lo que ocurrió en el Gobierno de la Nueva Mayoría de Michelle Bachelet, donde el partido solo lideró ministerios sectoriales (aunque tuvo a uno de sus militantes en Desarrollo Social). Este asunto y sus inconsistencias –las consecutivas veces que ha debido pedir perdón y rectificar, a raíz de asuntos distintos– pueden entorpecer su camino al Gobierno, aunque parece indesmentible: si las elecciones fueran hoy, probablemente Boric –¿por mucho o por poco?– se quedaría con la elección.
2. José Antonio Kast
(Partido Republicano): La convocatoria
de la derecha tradicional y a lo popular
El líder del Partido Republicano va robusteciendo a medida que la campaña se calienta. Existe cierto consenso en que en el debate presidencial del miércoles fue el de mejor desempeño: conservó la calma, se mostró cómodo con el formato, puso en aprietos a sus competidores con las preguntas precisas, utilizó bien los tiempos, se mostró articulado y, encima, a diferencia de la mayoría de los líderes de la derecha dura a nivel mundial –Marine Le Pen, Jair Bolsonaro, entre otros–, no se mostró agresivo. En la encuesta Feedback, que se realizó entre el 15 y 16 de septiembre, Kast obtiene el tercer lugar con 19%, solo a cuatro puntos de Sichel (23%) y a ocho de Boric (27%). Este avance se explicaría, en parte, porque el candidato republicano está logrando convocar a un público de derecha tradicional (al votante UDI, por ejemplo), porque levanta de manera clara las banderas del sector (algo en que Sichel tiene problemas, al apuntar al centro político). En el debate no tuvo problemas en defender sus puntos de vista valóricos, económicos y políticos. Pero a su vez, como recordaba Axel Callís, apela al mundo popular y a sus preocupaciones.
Con este escenario, le pone la pista difícil a Sichel. Si Kast llega a subir demasiado (¿cuánto alcanzará en menos de dos meses?), incluso podría poner en riesgo el paso a segunda vuelta del ex ministro de Sebastián Piñera.
Su principal riesgo sigue siendo el mismo: los niveles de rechazo. En la encuesta CEP, alcanza un 16% de valoración positiva y 61% de negativa. En el sondeo de Feedback, un 35% asegura que no votaría por Kast (el mayor porcentaje entre los abanderados).
3. Yasna Provoste
(Nuevo Pacto Social): Hundida y sin estrategia
La senadora de la DC representa, en el papel, a la centroizquierda. Al mundo del reformismo moderado que gobernó Chile entre 1990 y 2010. Tiene en su equipo a figuras centrales que representan a este mundo, como la abogada Macarena Lobos, de la Escuela de Gobierno UC, con amplios lazos en el mundo de la centroizquierda, como en Cieplan. Pero Provoste, en la práctica, no se despliega como una candidata del sector moderado de la oposición (aprovechó la tribuna del debate para anunciar su respaldo al cuarto retiro del 10%, medida transversalmente cuestionada desde el mundo técnico y que ya fue rechazada por algunos de sus pares, como José Miguel Insulza), sino que –en una estrategia inentendible, si hubiera estrategia– parece empecinada personalmente en disputarle el electorado a Boric, lo que políticamente no tiene ninguna posibilidad. Difícilmente, alguien que esté convencido con el proyecto de Apruebo Dignidad preferiría a Provoste al original, sobre todo cuando el original parece tener el viento a su favor.
En este escenario, las opciones de la senadora se van achicando con los días. En el debate, desaprovechó la oportunidad de brillar (por el contrario, los episodios de "Wikipedia" y su enojo desbordado ante Kast fueron grandes errores), pero, sobre todo, dejó huérfano a la parte de la oposición que sigue pensando que "los 30 años" no fueron un error. Habrá un electorado de centroizquierda que seguirá apostando por Provoste por representar en el papel a este sector, pero sin convencimiento. La principal duda no está en si los votantes del PS se irán con Boric ni si el electorado DC estará con Sichel, sino la cantidad del electorado de estos partidos que se descolgará. Lo que obtenga de porcentaje Provoste el 21 de noviembre dará ciertas luces de lo herida que está la moderación de centroizquierda.
Ante la falta de estrategia, lo único que cabe concluir es que Provoste estaría pensando menos en ganar, que en la negociación que vendrá con Boric, de resultar ganador, desde la misma noche del 21 de noviembre. No sería raro que la candidata busque llamar a votar por Boric, a diferencia de otros sectores de su partido que empujan por la libertad de acción.
4. Sebastián Sichel
(Chile Podemos Más): Sin encontrar su lugar
El abanderado de Chile Podemos Más tiene a su favor lo que le llevó a ganar por lejos la primaria de su sector, con 659.833 de los 1.340.020 sufragios que convocó el oficialismo. Lo respaldan las encuestas que, al menos hasta el momento, lo instalan pisándole los talones a Boric, reforzando la premisa de que la carrera presidencial se definiría entre ambos. A Sichel le juega a su favor su edad (tiene 44 años), lo que en buena medida explica el relato de primarias que lo llevó al triunfo: la emergencia de una nueva derecha que no lleva sobre la espalda mochilas como los vínculos con el gobierno de Pinochet. Una cierta irrupción generacional. Es un buen comunicador que ha desplegado sus habilidades en matinales, diarios populares y radios de todo Chile, desde su época de ministro de Desarrollo Social del actual gobierno. De acuerdo a la CEP, es el candidato con mayor valoración positiva y menor evaluación negativa.
Pero existe algo en el momento de Sichel, a justo dos meses de las elecciones, que parece complicar sus aspiraciones y que deben de tener el candidato y a sus asesores en una reflexión profunda: su aspiración de convocar al centro y a los sectores despolitizados de la sociedad –la mayoría– lo están haciendo perder espacio en la derecha tradicional, que parece rendida a Kast. El candidato ha abandonado el ímpetu que lo llevó a ganar la primaria y, en ocasiones se le ve ambivalente, sin encontrar su espacio. A la defensiva y, como si estuviera en una posición que le gusta, lo que parece absurdo en su caso. Parecería aconsejable instalar temas, desafiar, salir por arriba.
No resulta raro que Sichel busque desmarcarse de la derecha y sobre todo del gobierno del que formó parte, que ciertamente está en el suelo. Lo que parece extraño, sin embargo, ha sido la incapacidad de poner determinadas agendas especialmente sensibles para el sector oficialista y que no espantan a otro tipo de electorados. Como la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico, por ejemplo, justamente las mayores preocupaciones de la ciudadanía de la última CEP.
Su insistente discurso antipolíticos representa, a su vez, un grave riesgo, simplemente porque no resulta creíble para alguien de su trayectoria pública y porque puede generar una desafección de aquellos llamados a oficiar como sus tropas.
Es, en definitiva, un momento para rectificar, porque la carrera no está corrida.
5. Eduardo Artés
(Unión Patriótica):
El mensaje de nicho
El abanderado de Unión Patriótica fue el único candidato con respaldo mínimo, según las encuestas, que logró colarse en el debate presidencial del miércoles (en la última encuesta CEP no apareció ni entre los presidenciables ni tampoco entre los personajes públicos con conocimiento). Defendió el fin de las AFP y la despenalización del aborto como los otros dos candidatos de la oposición, Boric y Provoste, mientras apostó a un mensaje de nicho en el que solo le habló a su izquierda. Sin la energía de otros candidatos de los extremos que se han presentado a las presidenciales en los últimos años, sería un triunfo cualquier porcentaje superior al 0,51% que obtuvo en la primera vuelta de 2017.
6. Marco Enríquez-Ominami
(Partido Progresista): Las dudas del cuarto intento
Como Franco Parisi, Enríquez-Ominami fue uno de los perdedores de esta semana al no participar del debate presidencial que entregó luces sobre el peso específico de los candidatos a dos meses de las elecciones. Su ausencia –se encontraba en cuarentena por un viaje a un congreso en México– le impide visibilizarse y existir como presidenciable, en su cuarto intento de llegar a La Moneda. Resulta difícil que el candidato del Partido Progresista siquiera se acerque a su mejor desempeño en 2009, cuando alcanzó un 20%. No se observa el espacio político que en esta ocasión vendría a ocupar. Su candidatura, que le causó daño a un sector de la izquierda y dejó a varios heridos –como Alejandro Navarro y Alejandro Guillier– no aparece ni con un 1% en la última encuesta CEP.
7. Franco Parisi
(Partido de la Gente):
Una extraña candidatura
En uno de las postulaciones a La Moneda de mayor exotismo de las últimas décadas, el candidato del Partido de la Gente, Franco Parisi, observa el arranque de la campaña electoral desde Estados Unidos, con una orden de arraigo vigente en Chile en el marco de un juicio por pensión de alimentos de sus hijos, por unos $ 207 millones, que reveló un reportaje de Canal 13. Aunque el economista aseguró en las últimas horas que podría estar en el país en la segunda quincena de octubre, se ampara en que las normas se lo permiten para desplegar una campaña a distancia. En la última CEP, tiene un respaldo del 2%, similar al de Pamela Jiles.