Dos estudios recientes sobre las condiciones socioeconómicas muestran que la clase media en México ha sido muy golpeada en los dos primeros años de la presidencia de Enrique Peña Nieto. Esto se debe principalmente a la desaceleración de la economía y a la reforma fiscal que puso la carga de los nuevos y mayores impuestos sobre los trabajadores formales de la clase media. Junto con el aumento de la pobreza en términos absolutos y relativos, los estudios muestran que se necesita mucho más para convertir a México en una sociedad de clase media más justa.
México no ha logrado realizar avances significativos durante la última década en reducir la pobreza y la desigualdad comparado con muchos de sus pares de Latinoamérica. Los países de la región que se beneficiaron del último auge de commodities han registrado históricas caídas en la pobreza y mejor distribución de los ingresos. En contraste, el Consejo Nacional de Evaluación de Política Pública estimó la tasa de pobreza nacional de México en un lamentable 45,6% en 2014 (2 millones de personas se unieron a las filas de los pobres entre 2012 y 2014). Una metodología más antigua muestra que el porcentaje de la población que sufre de pobreza de ingresos y de alimentos es casi idéntico al de 1992, el primer año de la serie.
Clase media: la más golpeada
Según el Módulo de Condiciones Socioeconómicas 2014 (MCS), una encuesta de condiciones socioeconómicas que se realiza cada dos años, hubo una variación considerable en los aumentos de los ingresos reales en los distintos deciles de ingresos. Los principales avances se vieron entre los deciles de menores ingresos; el primer decil (el más pobre) tuvo un alza en los ingresos reales de 6,2% entre 2012 y 2014, y hubo menores aumentos secuenciales hasta el cuarto decil. Desde el quinto decil en adelante, los ingresos bajaron, llegando a un peak de una caída de 2,2% en el séptimo decil. El décimo decil (el más rico) vio una mejora de 1,8% en sus ingresos promedio. Estos resultados sugieren que los hogares de clase media han sido los más golpeados por la desaceleración económica actual. Es probable que esto sea el resultado de la reforma fiscal, que no ha logrado incorporar a los trabajadores informales a la economía formal, y por lo tanto ha permitido que una mayor carga tributaria caiga sobre la clase media.
El sector informal está estimado en cerca de un 57% de la fuerza laboral, y al gobierno se le ha hecho difícil cobrar impuestos a los que trabajan en la informalidad. Durante las negociaciones por la reforma fiscal (aprobada en 2013 e implementada desde principios de 2014), el gobierno consideró extender el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los alimentos y los remedios, que actualmente están exentos. Sin embargo, los temores de una reacción violenta por parte de la opinión pública además de un impacto potencialmente negativo en el consumo provocó que el gobierno descartara la medida. Una propuesta similar fue la pieza central de una propuesta fiscal propuesta en el inicio del gobierno del ex presidente Vicente Fox (2000‑2006), pero también fracasó, debido a la fuerte oposición pública. Al descartar esas medidas, hay pocas opciones para colocar una carga tributaria mayor en los trabajadores informales, aparte de entregar mayores incentivos para formalizarse; hasta ahora los pocos esfuerzos no han logrado tener impacto. Más temprano en el mandato de Peña Nieto, se lanzó una llamada "cruzada contra la informalidad", pero el nivel de informalidad se ha mantenido relativamente invariable en los últimos años.
Los avances entre los hogares de menores ingresos (y los ricos) compensan las pérdidas entre las clases medias, lo que resultó en que el coeficiente de Gini del país (una medida de la distribución de ingreso, con cero representando la igualdad perfecta y uno representando la desigualdad perfecta) se mantuviera sin cambios en 0,464. Pese a que no es el más alto de Latinoamérica, este puntaje es alto para los estándares globales; México tuvo el segundo mayor coeficiente entre los países de la OCDE (estimado de forma separada por la OCDE en 0,48), ubicándose sólo por detrás de Chile (0,5) y muy por encima del promedio de la OCDE de 0,32. Según el MCS, el ingreso anual promedio del decil más alto fue equivalente a US$ 44,034, en comparación con sólo US$ 1,792 para el decil más bajo: en otras palabras, 24,6 veces más alto. El decil más alto también concentró un 36,7% de todo el ingreso, lo que supera la suma de los siete deciles más bajos. En términos de diferencia entre los deciles altos y bajos, México tuvo la mayor entre los miembros de la OCDE, estimada en 30,5 por la organización, en comparación con un promedio de 9,6.
Sin consenso entre encuestas
Otro sondeo, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), fue divulgada más temprano en el año y mostró una pérdida de 3,1% en los ingresos reales de los hogares durante el mismo período, pero una ligera mejora en el coeficiente de Gini, a 0,45, desde 0,453 en 2012. En esta encuesta, todos menos los dos deciles más bajos sufrieron una caída en los ingresos reales, siendo los deciles los más golpeados el octavo y el noveno, que tuvieron una caída promedio combinada de 5,8%. Sin embargo, los resultados de la ENIGH han sido criticados porque la muestra es más pequeña y por el hecho de que ignora al 1% más alto.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información ha defendido la metodología argumentando que la inclusión del 1% más alto distorsionaría los resultados. De esta forma, la ENIGH ofrece discutiblemente una mejor estimación del cambio en las condiciones socioeconómicas para los mexicanos promedio.
Un estudio publicado en junio por Oxfam, una organización que trabaja para combatir la pobreza, mostró una concentración incluso más dramática de la riqueza, en la cual el 1% más alto concentra un 21% de los ingresos totales y el top 10% concentra un 64,4% de toda la riqueza. Las cuatro personas más ricas de México tienen una fortuna acumulada equivalente a más de un 8% del PIB (uno de los cuatro, Carlos Slim, representa casi un 6% del PIB). En contraste con otras encuestas de hogares, que sugieren modestas, pero continuas mejoras en la distribución de los ingresos, el estudio de Oxfam muestra un deterioro desde 1992 hasta 2012 en el porcentaje del ingreso concentrado en el decil más alto, subiendo desde cerca de 43% a más de 55% en ese período.
Esfuerzos infructuosos
Los mayores esfuerzos del gobierno para combatir la pobreza se han dado vueltas en una transferencia condicional de dinero (la primera a nivel mundial) conocida actualmente como Prospera, que es recibida por 6,5 millones de hogares, mayormente de pobreza extrema. Sin embargo, el fracaso crónico para producir mejoras sostenidas en las condiciones socioeconómicas ha eludido a las autoridades por mucho tiempo.
México no logró alcanzar altas tasas de crecimiento sostenido durante el período de auge pre crisis que sacó a millones de otros latinoamericanos de la pobreza y que resultó en clases medias pujantes. También ha fracasado en establecer mecanismos fiscales más efectivos para la redistribución de ingresos. Con un crecimiento que se mantendría débil en el corto plazo y los ingresos petroleros bajando significativamente, las perspectivas de un avance en la agenda socioeconómica en los próximos años no son favorables.