La productividad de la economía de Estados Unidos cayó entre abril y junio, acumulando su tercer retroceso trimestral consecutivo.
La racha de pérdida de productividad es la más prolongada que haya sufrido la mayor economía del planeta desde fines de la década de 1970.
Los síntomas de debilidad en el motor de la economía mundial no sólo son un mal presagio para el dinamismo del resto del planeta, sino también un nuevo ejemplo de un cuadro que en los últimos años ha comenzado a volverse cada vez más generalizado y que intriga a los expertos.
Más allá de las dificultades para repuntar con fuerza tras la crisis financiera de 2008-09, la mayoría de los economistas ahora coincide en que la caída en la productividad es una tendencia más profunda que comenzó incluso antes de la debacle de Lehman Brothers.
Las razones pueden ser diversas, desde demográfica, hasta la incapacidad de los actuales instrumentos para medir el aporte de las nuevas tecnologías.
El principal riesgo es que, como la productividad se mide en relación a los trabajadores, su caída refleja una baja en el crecimiento potencial, es decir la capacidad de la economía para crecer sin generar inflación.