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Construcción

The Economist: El control de arriendos empeorará la escasez de viviendas

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 23 de septiembre de 2019 a las 04:00 hrs.

El periódico The Economist analizó los efectos que han tenido los controles fiscales en los precios de los arriendos a nivel mundial ante la escalada en los valores. Según el medio, la sobrerregulación de la construcción de viviendas en ciudades prósperas y sus alrededores es uno de los grandes fracasos de la política económica de los últimos tiempos. Puso como ejemplo Londres, donde el empleado medio de tiempo completo que alquila el apartamento mediano de dos habitaciones, trabaja casi medio año solo para pagarle al arrendador.

Dado esto, se plantea que la escasez de viviendas ha ayudado a absorber la riqueza de los jóvenes inquilinos, alimentando la tensión entre generaciones. Para The Economist, las restricciones de suministro tienen un alto costo económico: según una estimación, las limitaciones en solo tres ciudades exitosas reducen el PIB general en Estados Unidos en casi un 4%. Además, destaca que, a medida que más y más votantes se encuentran en el extremo perdedor de los mercados inmobiliarios, se ha generado una reacción política: en América y Europa, los políticos están bajo presión para reducir los costos de la vivienda.

Un replanteamiento de la política de vivienda ciertamente retrasado, dice el medio y añade: muchas de las nuevas ideas son bienvenidas, por ejemplo, más construcción y reconocimiento del daño provocado por el nimbyismo (los propietarios que hacen campaña contra los desarrollos cercanos).

Destaca que Gran Bretaña ha mejorado la regulación de los contratos de alquiler, un componente vital de un mercado inmobiliario funcional. Desafortunadamente, dice The Economist, al mismo tiempo se resucita una vieja y podrida idea: los controles de renta. Dice que si estos proliferan, lo harán, al igual que las reglas que obstaculizan la construcción, ensartarán a los forasteros del mercado inmobiliario y protegerán a los residentes favorecidos.

El citado medio destaca que los controles de alquiler están de moda. El 11 de septiembre, los legisladores de California aprobaron un proyecto de ley que limitaría los aumentos anuales de arriendos en todo el estado en un 5% más inflación. Le sigue los pasos a Oregón, que a principios de este año limitó la mayoría de los alquileres al 7% más la inflación.

Suma y sigue. Algunos demócratas quieren rentas administradas a nivel nacional. El 14 de septiembre, Bernie Sanders, senador y candidato presidencial, dijo que el límite en todas partes debería ser 3% o 1½ veces la inflación, lo que sea más alto.

Mientras tanto, The Economist recuerda que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, ha pedido controles de alquiler en la capital. Añade que los legisladores de Berlín han votado por congelar los arriendos durante cinco años a partir de 2020 y que algunos políticos alemanes han pedido límites nacionales.

La situación no para: París reintrodujo los controles de alquiler en julio que eliminó en 2017.

Para The Economist, los controles de arriendos son un ejemplo de libro de estudio de una política bien intencionada que no funciona. A su juicio, disuaden el suministro de viviendas de alquiler de buena calidad. Con los alquileres limitados, la construcción de nuevas casas se vuelve menos rentable. Incluso se desaconseja mantener las propiedades existentes porque los propietarios no ven ningún retorno por su inversión.

El periódico destaca que los inquilinos se quedan en propiedades en ruinas porque los controles a menudo se reinician cuando cambian los arrendatarios. Así, dice que quien ocupa la vivienda termina teniendo una pequeña relación con quién puede hacer el mejor uso de ella (es decir, trabajadores bien adaptados a las oportunidades de trabajo locales).

Dado esto, según el medio, el desajuste reduce la productividad de toda la economía: cuanto más tiempo permanezca el inquilino, mayor será la disparidad entre el arriendo y sus pagos, lo que agudizará el incentivo para no moverse.

El daño resultante está claro, dice The Economist. Pone como ejemplo que, a mediados de la década de 1990, Cambridge, Massachusetts, eliminó sus controles de alquiler, mientras que San Francisco hizo que su régimen fuera aún más estricto. Los apartamentos de Cambridge se liberaron del control de alquileres y vieron un brote de mejoras en la propiedad. San Francisco experimentó su propio auge de inversión residencial, pero uno que tenía como objetivo eludir las reglas, por ejemplo, mediante la conversión de propiedades de alquiler para que pudieran venderse. La posterior reducción del 15% en el suministro por parte de los propietarios afectados aumentó las rentas en toda la ciudad en más del 5%.

Para The Economist, aunque los residentes de hoy en día podrían beneficiarse de los aumentos de renta limitados, los forasteros, enfrentados con menos oferta y menos oportunidades, sufrirán.

Con todo, el medio sostiene que el control de arriendos eventualmente perjudica a casi todos debido al deterioro del stock de viviendas. La caída de las tasas en países como Gran Bretaña y Estados Unidos significa que es más importante que nunca que el mercado de alquileres funcione bien, añade. Sin embargo, precisa que los controles de alquiler solo lo empeorarán. Como solución a la escasez de viviendas, The Economist afirma: son aceite de serpiente. Los votantes y los políticos de todas partes deberían rechazarlos, remata.

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