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“¿Por qué no se van?”

JUAN CARLOS EICHHOLZ Socio fundador de Adapsys y profesor UAI

Por: JUAN CARLOS EICHHOLZ | Publicado: Miércoles 27 de noviembre de 2024 a las 04:00 hrs.
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JUAN CARLOS EICHHOLZ

No es solo el título de una de las recordadas canciones de Los Prisioneros, sino que también uno de los himnos que utilizó el movimiento estudiantil -Gabriel Boric incluido- desde el inicio de la década pasada para criticar a las élites políticas y económicas: “¿Por qué no se van, no se van del país?”.

Cuando la semana pasada el Presidente Boric criticó a los empresarios nacionales por no invertir en Chile, lo que estaba implícitamente diciendo es que ojalá no se vayan, sino que se queden en el país. No lo hizo en tono de invitación, por cierto, sino como una crítica a su supuesto “pesimismo ideológico”, pero lo concreto es que el deseo del otrora dirigente estudiantil es que esos empresarios elijan a Chile como destino de sus inversiones en lugar de otros países.

“Ni empresarios ni políticos, ni personas de izquierda o de derecha, son buenos o malos por definición. Lo que importa es cuánta disposición tenemos para lidiar racionalmente con la realidad y, desde ahí, construir puentes para avanzar”.

¿Cómo se entiende tamaña contradicción? La explicación se puede esbozar también en lenguaje musical: “Otra cosa es con guitarra”. Puesto de otro modo, es fácil simplificar las cosas y criticar cuando no se tiene la responsabilidad, pero cuando se está al mando se entiende mejor la complejidad de los problemas y se siente el peso de dar con las soluciones. Es lo que el Presidente Boric ha venido aprendiendo, a golpes, desde que asumió el cargo: lidiar con la realidad.

Llevado al ámbito económico eso significa tomar conciencia de la importancia del crecimiento. Son relevantes los ideales en torno a mayor seguridad social, mejor educación y más acceso a la cultura, entre otros, pero todo parte por generar los recursos que permitan financiarlos, y que a la vez generen las oportunidades de empleo y desarrollo para que cada persona avance en su propio proyecto de vida. ¿Desde dónde parte ese círculo virtuoso? Desde la inversión, es decir, desde esos empresarios, grandes y pequeños, que están dispuestos a correr riesgos en el presente para obtener un retorno futuro que lo justifique. Por supuesto, y aquí está la base de todo, es más fácil tomar riesgos cuando existe confianza en ese futuro.

No es tan difícil de entender, ¿o sí? Pero claro, el asunto es que éste no es un juego solo racional. Boric, que de seguro lo ha ido entendiendo mejor en estos años de gobierno, tiene que lidiar con algunos aliados políticos que sí actúan ideológicamente y que, pese a la evidencia que muestra la realidad, siguen pegados en sus cegueras, y también en sus anhelos de poder.

Ni empresarios ni políticos, ni personas de izquierda o de derecha, son buenos o malos por definición. Todos convivimos con nuestras luces y sombras. Lo que importa es cuánta disposición tenemos para lidiar racionalmente con la realidad y, desde ahí, construir puentes para avanzar, siempre buscando empatizar con el dolor ajeno.

Sirvan estas ideas también para reconocer a Alfonso Swett Opazo, que murió el domingo, a sus 57 años. Además de ser un amigo muy querido, me parece que su vida ejemplifica precisamente estas virtudes, expresadas en una cabeza clara a la hora de entender y decidir, y un corazón profundamente generoso y cercano. Por eso es que, en cada puesto que ocupó y en cada lugar donde estuvo, fue un incansable constructor de esos puentes que requerimos para el progreso del país.

En Chile cabemos y nos necesitamos todos. El desafío es generar las confianzas y condiciones para que cada persona -sea empresario, trabajador o estudiante- quiera estar y desarrollarse aquí; que no se vaya. Eso, a fin de cuentas, es la mejor muestra de un país exitoso.

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