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Opinión

Olvidar el pasado

Fernando Moreno

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 18 de enero de 2011 a las 05:00 hrs.

Histórica, moral y políticamente es grave (nefasto, al límite) olvidar el pasado; es decir lo que ha ocurrido; considerando esto no sólo empírica o fenomenólógicamente, sino en sus principios y fines, en sus designios y propósitos.



En este sentido, la reciente querella Escalona-Altamirano, que concierne a la Unidad Popular, a la vía chilena al socialismo y al gobierno de Salvador Isabelino Allende Gossens, refrescando la memoria, o informando a inocentes, incautos, simplemente ignorantes o imprudentes, viene a aportar y ofrecer (sin quererlo), datos históricos fundamentales concernientes a la vía chilena al socialismo, cuya energía marxo- socialo- comunista no ha cesado de animar la vida política y cultural chilena hasta hoy.

Es así como en cierto modo, el socialista Carlos Altamirano fue con su extremismo ideológicamente primario, y -sin saberlo- un agente de la Providencia



. Y es esto lo que su actual contradictor (Camilo Escalona), por supuesto no asume; si bien, políticamente, no sin cierta sensatez, y en relación a un debate familiar, ideológicamente común, denuncia, en relación al grotesco extremismo de su contrincante.

Ahora bien, la querella familiar en cuestión, tiene antecedentes -o más bien raíces- que conciernen simplemente al ideólogo Karl Marx y, más próximamente, al comunismo soviético, ya previo a la Revolución de Octubre en Rusia (1917). Bastaría con recordar la crítica de Lenin a los anarquistas rusos; considerados, por aquel, como enfermedad infantil del comunismo. Stalin se encargará luego de restaurar la ortodoxia, y aplicar la sentencia; lo que en buena medida se llevó a cabo con el asesinato de Trotsky. En todo caso, el desafío era fortalecer el Partido (comunista desde luego .)



, para consolidar y exportar la Revolución. El Partido ideológica y lógicamente debía confundirse (sin más) con el gobierno mismo.

En esta vía, simplemente totalitaria y, de suyo criminal, el Partido llegó a ser el Oráculo de la Verdad (Raymond Aron) y, procesualmente



el Juez y Amo de la vida o la muerte, de camaradas miembros, así como de simples herejes.

Aterrizando al caso chileno nuevamente, se puede considerar al marxo-extremista criollo Carlos Altamirano, como una especie de Trotsky autóctono, dado su anarquismo; anarquismo hoy recordado y denunciado por Camilo Escalona. Este último, con su recientemente explicitada relación (no, identificación) Partido- Gobierno (en lo que concierne a la Unidad Popular), aparece, hasta cierto punto, heterodoxo; en cuanto a no determinar partidariamente el gobierno de Allende en lo que concierne al éxito de su vía chilena al socialismo.

Altamirano, por su parte, llevó al extremo la exigencia de identificación (Partido/Gobierno); lo cual, efectivamente , como lo denuncia Camilo Escalona, aceleró y talvez delató (si pudiera decirse) el designio y proyecto totalitario (marxista) de Allende y su Unidad Popular.



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