Opinión

La extrema derecha al poder: ¿El ‘malaise’ de Francia?

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El reciente triunfo de la extrema derecha en las elecciones parlamentarias francesas hizo contener el aliento a los europeos.

Los cambios políticos en Europa a menudo tienen su origen en Francia o Alemania. Esta tendencia histórica podría reafirmarse una vez más ante el panorama político francés actual.

El plan de Macron de forzar elecciones anticipadas para contener el avance de la ultra derecha en las elecciones europeas ha fracasado y el otrora denostado partido de Le Pen ha ganado la primera vuelta de las elecciones parlamentarias con el 33% de los votos. Si su partido, Agrupación Nacional, consigue una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional este domingo, con 289 escaños o más, Macron se verá obligado a encargar a Jordan Bardella, el joven líder de 28 años del partido de Marine Le Pen, la formación de gobierno.

El escenario más probable, sin embargo, es que Agrupación Nacional no obtenga una mayoría absoluta, lo que dejaría a Francia con un Parlamento sin mayoría clara, un Macron debilitado y una asamblea dividida. Francia se enfrentaría a una crisis política profunda, sin precedentes en la historia reciente.

A pocos en Europa les ha sorprendido, sin embargo, un resultado que, como el ensayista francés Nicolas Baverez señalaba en Le Figaro, corresponde a “un drama histórico-político de 40 años”.

En el viejo continente se pueden identificar tres principales reacciones al resultado electoral de la primera vuelta, que conviene disociar: 1. La reacción social, marcada por una polarización entre quienes ven a la ultraderecha como la salvación de Europa y quienes la consideran su fin; 2. La reacción del mercado, que celebró con una notable subida en la bolsa de París y una rápida disminución de la prima de riesgo francesa; y 3. La respuesta de los medios de comunicación mayoritarios, que rápidamente advirtieron del error histórico que representaría dejar el poder en manos de Le Pen.

Sin embargo, el papel de los medios, al igual que ocurrió con Trump, favoreció a Le Pen durante la precampaña, frente a un electorado francés acostumbrado a la estigmatización del 'lepenismo' desde finales del siglo XX.

Poco espacio se ha dedicado a analizar las causas del descontento en Francia: según una reciente investigación de la prestigiosa consultora Ipsos, el 70% de los franceses se declaran pesimistas sobre el futuro del país, señalando como principales problemas la inflación, la criminalidad y la inmigración.

Marine Le Pen ha sabido capitalizar los conflictos internos y el descontento general con la política migratoria y eurófila, presentándose como una alternativa viable para el votante francés. El discurso anti-Le Pen, que ha dominado las últimas dos décadas, ahora se percibe como una maniobra del establishment para silenciar a una parte significativa de la población francesa.

En la Francia de Chirac en 2002, un votante de Le Pen era socialmente considerado una amenaza para la República. Hoy, con una creciente desconfianza en los grandes medios y una mayor exposición a las redes sociales, esa percepción social, mantenida artificialmente por los medios, ha cambiado.

Este debería ser, sin duda, un mensaje contundente para la centro-izquierda europea. Su tradicional capacidad para integrar a sus adversarios en su esquema político y atraer el apoyo popular frente a la idea de un enemigo común está debilitada. Le Pen ha arrebatado a la izquierda sus feudos del norte y ha arrasado en París, donde el metro cuadrado cuesta de media USD 11.000 y los crímenes violentos aumentaron un 70% en zonas como el distrito cuarto de la ciudad en los últimos años, según el Daily Mail.

Al igual que con el Brexit, la elección de Trump y el referéndum catalán, el campo – tan valorado en India o China y tan descuidado en Occidente – ha virado hacia la extrema derecha. Según un estudio del Instituto Francés de Opinión Pública, cuanto más lejos vive un votante de una estación de tren, más probabilidades tiene de votar por Le Pen. Son los olvidados de la globalización, detestan lo que identifican como la "gauche caviar" (izquierda caviar) de Macron y están dispuestos a transformar Europa.

El fracaso del macronismo ha abierto la puerta a una reacción social que ha impulsado a la derecha, particularmente a la extrema derecha, a la vanguardia del escenario político. Una extrema derecha que reniega de los grandes medios, de la globalización y sobre todo, de la Unión Europea y sus políticas migratorias. Sin embargo, es crucial recordar que la Unión Europea misma fue un proyecto de tres políticos de derecha: Schuman, Adenauer y Monnet. Este trasfondo histórico añade una capa de ironía a la actual situación política.

El papel de los grandes medios debería alejarse de la crítica fácil a los votantes y centrarse en el análisis de las causas del ascenso de la “ultraderecha”.

Parecen avecinarse tiempos de gran volatilidad y agitación en una Europa que enfrenta grandes desafíos económicos, sociales e incluso militares.

Adrián Cuevas

PhD, abogado y politólogo, profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Tamkang, Taipéi.

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