Las monedas de los mercados emergentes tomaron un respiro ayer luego que la semana pasada los capitales las abandonaran en masa ante una creciente inestabilidad financiera y política en varios de estos países, y en momentos en que la Reserva Federal de Estados Unidos -que ayer comenzó su reunión de dos días del Comité de Mercado Abierto (FOMC)- se prepara a profundizar el retiro del estímulo que comenzó este mes. A eso se sumaron, además, las crecientes señales de desaceleración en China, algo que amenaza particularmente a las economías exportadoras de materias primas.
En América Latina, en particular, la atención ha estado principalmente puesta sobre Argentina, donde después de una larga batalla por sostener artificialmente al peso, y con las reservas internacionales agotándose rápidamente, el gobierno de la presidenta Cristina Fernández finalmente debió soltar parcialmente los controles cambiarios -conocidos como cepo-, mientras recurre a la fijación de precios para intentar frenar una escalada inflacionaria.
En este contexto, el peso chileno y la bolsa local también se estabilizaron después de las fuertes pérdidas de las sesiones previas. Más allá del efecto contagio de los mercados, es claro que las realidades de los emergentes ciertamente son distintas y Chile cuenta con una situación de solidez que dista de muchos de ellos -apoyado en el marco de políticas responsables, fondos soberanos, libre flotación del tipo de cambio, entre otros-, tal como lo recordó recientemente el presidente del Banco Central y también destacados economistas en respuesta a un artículo en la prensa internacional sobre los emergentes más vulnerables.