Editorial

Transformación digital: todos a bordo

  • T+
  • T-

Compartir

Como es bien sabido desde la masificación del uso de internet a fines del siglo pasado, las tecnologías de la era digital se prestan para usos maliciosos y nuevas formas de delito que requieren el despliegue de defensas crecientemente sofisticadas y en constante actualización.

Es por ello que la ciberseguridad es hoy un pilar fundamental de cualquier estrategia de desarrollo, de lo cual las cifras de ciberdelitos son un alarmante recordatorio. Sólo en Chile los ataques de ransomware (secuestro de datos) se triplicaron el primer semestre respecto de igual período el año pasado (de 12 mil a 37 mil), al tiempo que casi se duplicaron los ataques a dispositivos móviles (13 mil versus 23 mil), según datos de una firma privada publicados en DF.

La ciberseguridad es hoy un pilar fundamental de cualquier estrategia de desarrollo, para el Estado y los privados.

Desde esta perspectiva, el reciente y vertiginoso auge de la inteligencia artificial generativa -tal vez la tecnología más revolucionaria de las próximas décadas- es a la vez prometedor y profundamente inquietante. Como alertó en este diario una experta en la materia, “ya hay ciberataques que utilizan IA para escribir correos en español creíbles” para robar datos personales y bancarios (phishing), una amenaza que sólo irá en aumento a medida que se perfecciona ese instrumento.

Los Estados tienen mucho que hacer en el ámbito regulatorio para desarrollar defensas, sin duda, y ya existen diversas iniciativas en marcha. Pero en paralelo es preciso que desde el sector privado también se desplieguen proactivamente esfuerzos para proteger a empresas y personas, en tiempos más breves que los que requiere implementar nuevas regulaciones. Las instituciones financieras, por ejemplo, podrían entregar a sus clientes herramientas y capacitación para enfrentar estas amenazas, incluso gratuitamente, entendiéndolas como un componente de su modelo de negocios que sirve a los intereses de todas las partes.

Esto debiera ser visto como un factor clave de la transformación digital, no sólo con miras al desarrollo de capital humano más técnicamente cualificado, sino también a empoderar a trabajadores, consumidores y ciudadanos para realmente ser protagonistas de la Cuarta Revolución Industrial, y así maximizar su potencial de progreso.

Lo más leído