Editorial

Tablas

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Las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales del fin de semana concluyeron con una cierta sensación de empate o de “tablas”. Los efectos de los casos de corrupción y de abusos sexuales parecieran haber sacudido el “tablero”, como lo predijo horas antes de la elección la alcaldesa Evelyn Matthei. Y, si bien hubo un alza significativa de alcaldías de oposición y una baja sensible de municipios para el oficialismo, lo cierto es que el conglomerado gobernante aún mantiene una leve delantera en el porcentaje de población gobernada en materia de alcaldes.

El país no quiere políticos enfrentados, sino capaces de proponer proyectos país creíbles, sensatos y, sobre todo, moderados.

Si bien es muy pronto para hacer un adecuado análisis de lo que implica este resultado, sí hay señales que atender y sobre las cuales habrá que hacer un seguimiento y una lectura pausada en las semanas que vienen. Pareciera ser que se percibe cierto castigo a los extremos, expresado en la contundente e indesmentible derrota del Partido Comunista, graficada en caída de Irací Hassler en la comuna de Santiago, ante Mario Desbordes; y en el hecho de que no se generó un avance arrollador del Partido Republicano, como se vaticinó en su minuto. En La Moneda tampoco había razones para celebrar. Mermas relevantes como Ñuñoa y la crisis gatillada por el caso Monsalve, restaron resplandor a triunfos como el del alcalde de Maipú, uno de los más votados a nivel nacional.

Lo concreto es que Chile Vamos logró recuperarse de una gran derrota en 2021, cuando alcanzó apenas 88 alcaldías, su peor desempeño desde los años 60, imponiéndose esta vez en 121 municipios. Un elemento clave del análisis es que el sucesor de Evelyn Matthei, Jaime Bellolio, no solo logró capitalizar el espaldarazo político de la exsenadora y hoy presidenciable, sino que además lo hace logrando una votación significativa. Si esto es un signo que deba leerse como una proyección para el desempeño de Matthei en la carrera por La Moneda, es aún difícil de aventurar, mismo criterio que puede usarse con el reelecto alcalde de Maipú Tomás Vodanovic quien pese a su contundente victoria, parece no estar dispuesto a dar señales de su eventual intención de correr por el sillón presidencial.

Una forma de leer estas elecciones es pensando en los futuros candidatos y su posición tras los comicios, aunque también es relevante evaluar el mapa de la hegemonía electoral materia respecto de la cual, ninguno de los dos sectores más votados puede sacar lecturas nítidas, certeras y capaces de generar proyecciones para 2025, al menos por ahora. Si bien ayer por la noche, dirigentes de la derecha celebraban los resultados -particularmente por la derrota del Frente Amplio en comunas como Santiago o Ñuñoa- tampoco queda claro cuánto del caso Audios impactó en la posibilidad de haber logrado resultados mucho más contundentes y decidores frente al oficialismo. Lo de ayer no fue un triunfo contundente de nadie.

Sí es evidente que la toda la política requiere una reforma, una puesta al día en materia de probidad, gobernabilidad, gestión, profesionalización y capacidad para llegar a acuerdos, en lugar de generar divisiones y enfrentamientos. Los indicios estaban a la vista: el estallido social y la polarización de los procesos constitucionales señalaban de que Chile no quiere extremos enfrentados, sino políticos capaces de proponer proyectos de país que sean creíbles, realistas, sensatos y, sobre todo, moderados.

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