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Alto contrasteVladimir Putin, el presidente ruso, es un político astuto. Hay una razón detrás de todo lo que hace y su decisión de suspender las importaciones de alimentos desde Europa y EEUU no es la excepción.
Al poner la mira en el sector agrícola, está atacando al corazón mismo de Europa. Los agricultores han sido desde siempre un sector sensible para la UE, protegido por subsidios, y los mayores obstáculos para que Bruselas firme acuerdos comerciales provienen siempre del campo. Europa considera a las pequeñas propiedades agrícolas una parte esencial de su identidad. La hambruna tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los campos fueron arrasados y los tractores convertidos en cañones, quedó grabada a fuego en su memoria colectiva.
Hoy, cuando el bloque ensayaba una tímida recuperación en las industrias de manufacturas y servicios, el campo es el sector que sigue más golpeado, incluso antes del bloqueo ruso. La decisión de Putin podría perjudicar a su propio pueblo, pero gracias a su alta popularidad, la población parece estar dispuesta a hacer sacrificios.
Europa, en cambio, ya está harta de austeridad, y la crisis en Ucrania ya se está reflejando en el deterioro de sus cifras económicas.
