Editorial

Propuesta Constitucional (VIII): Sistema político y electoral

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Varios analistas de diferentes sensibilidades políticas y con diferentes opciones de votación en el plebiscito de este domingo han hecho notar que sin un sistema político con contrapesos y uno electoral que permita la representatividad y a la vez la gobernabilidad, poco se avanzará en los cambios propuestos.

Una parte muy importante de la propuesta de la Convención constituyente delega en leyes la implementación de lo ahí planteado, lo que es en rigor correcto dado que la Constitución es un marco y no una lista detallada de legislaciones. Pero si el sistema político y electoral no están bien diseñados habrá la frustración de no ver avances por falta de consensos o peor aún políticas públicas que se diseñan en base a mayorías débiles que transan en el proceso la calidad de las prestaciones.

Lo establecido en la propuesta de la Convención es deficiente en parte porque no asegura primero que la fragmentación y la polarización no se replique en futuras elecciones.

La desafección de los chilenos con la política y el hecho de que el Congreso no haya ejercido el rol que tiene bajo la Constitución vigente de ser el lugar de reforma de la carta magna, merece, de todas maneras, cuestionarse si los actuales mecanismos para elegir el ejecutivo y el legislativo y la interacción entre ambos hoy es el más adecuado.

Pero dicho eso, lo establecido en la propuesta de la Convención es deficiente en parte porque no asegura primero, que la fragmentación y la polarización no se replique en futuras elecciones y, segundo, porque desbalancea equilibrios que son valiosos al momento de entregar un buen gobierno a los ciudadanos. El mejor (o peor) ejemplo de esto es la eliminación del Senado y la creación de una cámara regional de diferentes atribuciones que no es un órgano revisor sino que complementario, dejando a la cámara de diputados en un rol legislador con escasos contrapesos.

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