Editorial

Programas presidenciales: las cifras importan

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l ministro de Hacienda sostuvo ayer una conversación con Diario Financiero, a través de nuestra plataforma online, en la que, entre otros temas, se refirió a los programas de los candidatos que competirán por La Moneda en poco más de dos semanas. Al respecto, dos apreciaciones generales resaltan especialmente, por lo que pueden implicar para la tarea efectiva de conducir las riendas de la economía en un eventual gobierno.

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Por un lado, el secretario de Estado observa en todas las candidaturas un sustento técnico menos preciso de lo deseable. En efecto, se advierte una valoración relativamente escasa por las cifras y los argumentos -por sobre las consignas y las declaraciones de intención- como primera base de las distintas propuestas económicas. En lo tributario, por ejemplo, se echan en falta cálculos detallados sobre el impacto de una reforma en la actividad y la inversión, como también sobre sus consecuencias para la recaudación fiscal y lo que traerían consigo. Las dos candidaturas que hoy lideran las encuestas no escapan a esta crítica, por cierto, de la que tanto los expertos de cada comando como los votantes deben ser conscientes.

Por otra parte, tal como ocurre en el debate económico nacional de los últimos años, el crecimiento ha dejado de estar al centro de la preocupación de los programas presidenciales.

Mientras unos tienden a confiar preferentemente en la redistribución para empujar el carro del desarrollo, otros asumen tal vez demasiado simplistamente que una rebaja de impuestos proporcionaría el impulso de largo plazo que Chile necesita. El crecimiento parece darse por sentado, sin que se requiera presentar a los ciudadanos -y a la opinión experta- una estrategia que lo explique o lo dinamice.

Ya sea por cortedad de miras o falta de transparencia, los aspirantes a gobernar el país no dan cuenta en sus programas de una reflexión acabada sobre las realidades prácticas (y los tremendos desafíos) que enfrentará nuestra economía en el próximo lustro. Ese es un vacío que es preciso remediar ahora, cuando aún hay tiempo.

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