El líder opositor venezolano Henrique Capriles acaba de hacer un llamado para que Argentina no siga el modelo “equivocado y fracasado que pretende imponerse ahora por la vía de la fuerza” en Venezuela, en referencia a una inflación récord, la escasez de alimentos y una elevada inseguridad, que han provocado masivas protestas con víctimas fatales, en una crisis que por el momento no parece amainar.
Ciertamente, la gravedad de la situación en Venezuela reviste de una profundidad que guarda distancia con la de Argentina, pero tanto el gobierno del presidente Nicolás Maduro como el de la mandataria Cristina Fernández -una férrea aliada del fallecido Hugo Chávez y de su sucesor- enfrentan enormes retos en los frentes cambiario, fiscal y monetario para lograr estabilizar sus economías y, sobre todo, contener escaladas inflacionarias que castigan los bolsillos de su población.
Aunque las políticas económicas adoptadas en Caracas y Buenos Aires han sido duramente criticadas por analistas privados, lo cierto es que Argentina sí parece haber dado un paso correcto al “sincerar” al menos parcialmente sus datos de inflación. Ahora, la tarea, según los economistas, es desplegar un plan responsable para contenerla.