Nuevos consensos para nuevos tiempos
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a versión 2018 del Encuentro Nacional de la Empresa (Enade), celebrada ayer, tuvo por lema “Donde hay concordia, hay victoria”. El llamado pareció especialmente bien escogido para interpretar cierto espíritu que ha ido cobrando fuerza a lo largo de este año, y que podría resumirse en la conciencia —en un creciente número de actores públicos— de que es necesario, en un amplio rango de temas, llegar a acuerdos a través del diálogo.
El propio formato de la cita reflejó dicho espíritu, pues a diferencia de ocasiones anteriores ayer se redujo la relevancia de las charlas expositivas en favor de un esquema de nueve paneles que, además, elaborarán documentos de trabajo que dentro de poco serán entregados al gobierno y puestos a disposición del público. Ello, en sí mismo, denota una voluntad de dialogar e intercambiar ideas que puede mostrarse muy constructiva de cara al debate de muchos de los grandes temas que desafían al Chile contemporáneo: infraestructura para el desarrollo, educación, empleo, modernización del Estado, revolución digital, transformación productiva, y otros.
Pero lo anterior requiere volver a plantear, como hicieron algunos participantes en la Enade, lo que entendemos por “consenso”. O más bien, se trataría de asimilar que lo que entendimos —y valoramos— por tal en el pasado, puede no ser lo que necesitamos hoy ni a lo que debemos aspirar.
Específicamente, si antes requerimos de un consenso que actuara como férrea defensa del orden democrático, y que por ende tendió a ser bastante monolítico, los tiempos actuales demandan acuerdos que admitan el disenso y distribuyan poder. Es el tipo de consenso por el cual apuestan iniciativas relevantes como el Plan Araucanía, la Mesa de Desarrollo Integral o el proyecto Compromiso País, impulsadas por el gobierno.
El diálogo constructivo del cual surjan los acuerdos amplios que Chile necesita para seguir progresando será enérgico y habrá disidencias. Así se construyen los consensos en las sociedades democráticas.