Si bien no existe consenso entre los especialistas, en el último tiempo ha ganado adeptos la posibilidad de que la economía china registre en el presente año un nivel de crecimiento cercano o incluso por debajo del 7%. Se trataría de un desempeño históricamente bajo en la perspectiva de las últimas tres décadas y media y de un antecedente que evidentemente debe ser considerado en las previsiones que se hagan para variables clave de nuestro país.
De acuerdo con el banco francés Société Générale, el escenario central para el presente año considera un crecimiento de 6,9% para la segunda economía del planeta, el cual podría acercarse incluso al 5% en circunstancias que el propio informe califica de extraordinarias. Con todo, y pese a que este escenario tiene una baja probabilidad de ocurrencia, otros expertos estiman que hacia fines de la presente década es posible que el gigante asiático crezca entre 5% y 6% por año.
Sin entrar en la discusión respecto de la precisión de los datos económicos de China, una desaceleración como la prevista en estos análisis no sólo impone un potente reto a las autoridades de ese país en orden a encauzar los procesos económicos y sociales internos, sino que también es de alto impacto para la economía mundial y en especial para aquellas naciones cuya performance depende de China.
Dentro de este grupo se incluye nuestro país, ya que una desaceleración de esta magnitud afectaría los precios de varios commodities, entre ellos el cobre, para el cual se prevé una reducción de hasta 50%. Está demás decir que una situación de este tipo tendría importantes efectos económicos y cambiarios en Chile.