La última versión del Índice de Libertad Económica elaborado por The Heritage Foundation y The Wall Street Journal ha ratificado que Chile se consolida como la economía más libre de América Latina y la séptima a nivel mundial. No obstante haber registrado un retroceso marginal a nivel de puntaje, la medición instala a Chile en una selecta lista, en donde lo anteceden economías emblemáticas como Hong Kong, Singapur, Australia, Suiza, Nueva Zelandia y Australia.
También resulta destacable que en los 20 años de historia que tiene este índice, nuestro país ha estado consistentemente dentro de las 15 naciones de mayor libertad económica a nivel global, aunque a renglón seguido habría que añadir que en términos de puntos su avance no ha sido de gran significación en estas dos décadas. Si bien lo anterior probablemente se explica porque Chile ya se encuentra dentro del exigente grupo de las economías más libres del mundo, no deja de ser un tema a tener en cuenta, máxime cuando el índice 2014 muestra que la libertad económica a nivel mundial logró el año pasado su mejor registro histórico de la mano de importantes avances en esta materia de las llamadas economías emergentes.
Como sea, el resultado exhibido por la economía chilena en materia de libertad en estos 20 años no puede dejar de correlacionarse con lo que ha ocurrido en materia de crecimiento, progreso social y prosperidad. Muchas de las instituciones y reformas que explican la buena performance de Chile y que hoy son modelo para otras economías están a la base de ese desempeño y ameritarían promover en el país un debate que considere avances adicionales en esta materia.