En días recientes visitó nuestro país el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, para participar en actividades organizadas por USEC. A la luz de un documento elaborado por dicho Consejo, “La vocación del líder empresarial”, el cardenal entregó una visión iluminadora y a la vez desafiante del rol del empresario en el mundo. Esta visión parte por el reconocimiento de que un empresario es en definitiva un continuador de la obra creadora de Dios, en el sentido que transforma y da mayor valor a los bienes de la creación. Un árbol es transformado en muebles, un mineral en máquinas y los animales en nuestro alimento. El desafío es entonces que el proceso se haga en pro del bien común, lo que significa entregar bienes que cumplan la calidad de tales, respetando también la dignidad de los trabajadores que participan en el proceso productivo. Lo positivo es que bajo esta mirada finalmente no sólo se benefician los trabajadores y los consumidores de esos bienes, sino también los propios empresarios, cuyos negocios serán de esta forma sustentables en el tiempo.
El documento habla del trabajo empresarial como una verdadera vocación de servicio, y en tal sentido es un llamado a colaborar en la sociedad utilizando los dones recibidos. Es una mirada que sin duda enaltece el rol del empresario, y contradice esa visión negativa del mismo que se percibe crecientemente en nuestro país. Pero es al mismo tiempo una mirada exigente, ya que exige de éste un compromiso con el bienestar de la sociedad. Sin duda, este enfoque es una realidad en innumerables casos.