Editorial

La Polar, víctimas y victimarios

En los últimos días actores más o menos ligados al caso La Polar...

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En los últimos días actores más o menos ligados al caso La Polar han sostenido que los clientes de la empresa, más que contarse entre las víctimas tendrían que contabilizarse virtualmente como cómplices pasivos, y gananciosos, de la estafa, ya que en su mayoría resultaron con bienes durables en sus casas sin haber cumplido con la obligación de pago.



Quienes han sostenido este punto han concluido, entonces, que las verdaderas víctimas del fraude serían los accionistas, en especial los minoritarios, que perdieron el valor de su inversión una vez que quedaron al descubierto las irregularidades y pérdidas -no utilidades- de la compañía. También serían víctimas los trabajadores, quienes hoy, producto del manejo irregular y presuntamente doloso de la empresa, ven amenazada su estabilidad laboral.

No parece razonable que en este caso probablemente delictual, accionistas, clientes y trabajadores comiencen a señalarse entre sí como victimarios para luego autodefinirse como víctimas. Hoy pocos discuten que todos resultaron perjudicados con las irregularidades, las que, en todo caso, no habrían sido posibles sin el concurso, más o menos pasivo, de cada uno de ellos. En efecto, en último término se podría decir que ser accionista no se reduce únicamente a cobrar dividendos, sino que también supone el deber de fiscalizar con rigor cómo están conduciendo la firma “sus” ejecutivos. Ser deudor, por cierto, supone la obligación de pagar, por más que haya habido un manejo crediticio irracional. Y, claro está, ser empleado no significa que se deban aceptar todas las órdenes y guardar silencio ante las irregularidades.

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