En una elocuente prueba del divorcio entre las medidas económicas adoptadas en Argentina por el gobierno de la presidenta Cristina Fernández -que no ha conseguido atajar el desplome de la moneda y la escalada de la inflación- y los consejos de especialistas del sector privado que sugieren una urgente acción combinada de política fiscal, monetaria y cambiaria para contener el disparo de los precios, el jefe de Gabinete ha acusado a los economistas que hablan en los medios de ser “agentes encubiertos” de grupos empresariales “que no dan la cara” y de líderes políticos opositores. El mismo funcionario, hace unos días, denunció la existencia de “ataques especulativos” de agentes económicos para depreciar el valor de los activos financieros y reales argentinos, y poder comprarlos baratos.
Más allá de las descalificaciones en el actual momento que enfrenta nuestro vecino, es un hecho que la situación económica en Argentina parece cada vez más complicada: escasez de divisas y devaluación del peso, una inflación que está asfixiando a la economía, caída en las exportaciones y un prolongado período de débil inversión extranjera.
Algunos de los mismos economistas que han sido criticados por la autoridad han sugerido la implementación de un plan antiinflacionario que incluya medidas de austeridad fiscal y reanimar la inversión. Y, por cierto, eliminar además completamente el cepo cambiario, que no logró frenar el desplome en las reservas del Banco Central (BCRA). Pero, a juzgar por las declaraciones oficiales, por ahora parece poco probable que el gobierno escuche a los “agentes encubiertos”.