Acorde con las expectativas prevalecientes en el mercado financiero internacional, el Banco Central Europeo (BCE) optó el jueves por mantener su principal tasa de interés en un mínimo histórico de 0,25%.
La decisión fue bien recibida por los agentes económicos, en la medida que las explicaciones del presidente del BCE, Mario Draghi, dieron cuenta de una mirada más bien tranquilizadora de la trayectoria de los precios en la zona euro. Esto, en un contexto donde había generado cierta inquietud el menor crecimiento observado por la inflación en enero y, de hecho, habían surgido voces que apostaban por una flexibilización monetaria más radical. Una menor presión por el lado de los precios e, incluso una caída, sugerían agregar un estímulo adicional para apuntalar la recuperación de la economía en el Viejo Continente.
No obstante, el BCE evaluó la variación anual del primer mes de 2014 -de 0,7%, el mínimo en cuatro años- como un resultado influido por factores puntuales. Sin riesgo de deflación, la opción de la entidad fue contar con mayor información antes de actuar y marzo será un buen aliado en ese sentido. En dicho mes se conocerán proyecciones sobre la marcha de la actividad en los próximos años.