Inversiones para el cambio climático
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Los casi cuatro días de paralización o interrupción de múltiples servicios debido al sistema frontal que afecta al país, entre Coquimbo y La Araucanía, podrían restar entre 0,3 y 0,6 puntos al Imacec de junio, según diversos economistas consultados por DF, pero aunque el efecto es previsible, la infraestructura productiva, vial y urbana siguen sin estar debidamente preparadas para soportar catástrofes naturales asociadas al cambio climático.r
Esto no es adjudicable a un Gobierno en particular, sino que es más bien un rezago estructural del país. En casi todo el mundo, los fenómenos climáticos extremos están causando efectos indeseados en productividad, infraestructura y, en el más grave de los casos, en vidas humanas. Esto ha llevado a que los eventos inusuales asociados al clima y los desastres naturales sean en la actualidad el riesgo más relevante a nivel global para la próxima década, de acuerdo con el último reporte sobre el tema del Foro Económico Mundial.
En los más de US$ 17 mil millones del plan de infraestructura 2024-2028 del MOP no hay grandes obras que resguarden la actividad productiva ante desastres naturales.
De allí la relevancia de que un país como el nuestro, varias veces apuntado como uno de los más vulnerables a los efectos de la crisis climática, incorpore acciones concretas y dirigidas a aumentar la resiliencia de la capacidad productiva y de la infraestructura crítica para resguardar la actividad y el crecimiento. Chile no puede darse el lujo de perder productividad y, si bien los recursos son limitados para enormes necesidades, sí debiera haber una mirada país de largo plazo en esta materia.
Según cifras del MOP, en el Plan de Infraestructura y Concesiones 2024-2028 se habrán invertido US$ 17.600 millones en 43 licitaciones y 52 proyectos. En esa programación no hay grandes obras orientadas a subsanar las alteraciones que sufren la ciudadanía y las actividades productivas cada vez que el clima se desborda.
Estos episodios serán cada vez más frecuentes, no solo en Chile, sino que en todo el planeta, con olas de calor, aumento del nivel del mar o alteraciones severas en la química de los océanos, por lo que es de toda lógica que el legislador y el Ejecutivo aborden en conjunto este desafío, con una mirada de muy largo plazo. Las futuras generaciones lo agradecerán.