Editorial

Inteligencia artificial: una discusión imprescindible y urgente (II)

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Diario Financiero y Frontal Trust organizaron ayer una charla online titulada “Inteligencia artificial y su promesa de cambio: ¿Estamos preparados para lo que viene?”. A la luz de esa conversación puede concluirse inequívocamente que no, no estamos preparados.

La promesa central de la inteligencia artificial (IA) es la de un aumento sin precedentes en productividad: hacer más cosas, mejor y más rápidamente a mucho menor costo. Existe ahí un potencial altísimo de eficiencia económica y aceleración del conocimiento, pero al mismo tiempo profundamente disruptivo, que supone un desafío de adaptación social.

Pocas transformaciones demandan un debate más serio, intenso y amplio de toda la sociedad que las que se avecinan en los próximos años.

Como dijo taxativamente el expositor invitado ayer, “toda tarea que sea mecanizable, será mecanizada y absorbida por máquinas”, teóricamente liberando a las personas para realizar tareas de mayor valor agregado y creatividad. Eso es cierto, pero a la vez exige reconocer que miles de millones de seres humanos en el mundo realizan hoy ese tipo de actividades “mecanizables”: en agricultura, industria manufacturera, servicios, etc.

Suponer que todas ellas, o incluso la mayoría -agricultores, cajeros, vendedores, traductores, asistentes legales, choferes, obreros, profesores y muchos más-, harán fácilmente el tránsito hacia actividades más “analíticas” es una falacia. De ahí la preocupación, también expresada ayer, de que la masificación de la IA pueda generar “pocos ganadores y muchos perdedores”.

Es por ello que la reflexión sobre los profundos impactos de esta tecnología -y las formas de prepararnos para ellos- no admite dilación y debería ser una prioridad para la sociedad entera. Las advertencias de connotados científicos, empresarios, intelectuales y políticos en todo el mundo -así como las propuestas de regular el desarrollo de la IA a nivel internacional- no son una reacción neoludita ante una nueva y revolucionaria tecnología, sino una invitación a pensar cómo adaptarse mejor a los cambios que inevitablemente traerá consigo.

Pocas transformaciones demandan un debate más serio, más intenso y más amplio que las que se avecinan en los próximos años por este motivo.

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