Exportaciones para el desarrollo
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El estudio Liderazgo Exportador Chile 2022, realizado por ProChile, consignado en nuestra edición de ayer, registró que el país exportó el año pasado más de US$ 43 mil millones en productos distintos al cobre y litio (14,9% más que en 2021). Entre los más exportados en 2022 estuvieron salmones, jureles, celulosa, cerezas frescas, ciruelas, molibdeno, yodo, productos de hierro y acero, abonos de origen animal o vegetal y uvas frescas. Es decir, productos de industrias primarias como agricultura, pesca, acuicultura y minería.
Ello invita a una reflexión sobre cuáles son en la actualidad nuestras fortalezas como país exportador, en momentos en que algunos plantean como indispensable y urgente un cambio de la matriz productiva que deje atrás el “extractivismo” y apueste por un esfuerzo industrializador.
Es falso que exista una dicotomía entre explotar recursos naturales e industrialización, como si fueran mutuamente excluyentes.
Por un lado, es importante descartar la caricatura según la cual no existe valor agregado en la producción actual, pues lo cierto es que para satisfacer los estándares de mercados internacionales es necesario un alto nivel de sofisticación en la cadena productiva. La agricultura, la minería y la acuicultura chilenas son industrias modernas, muy distintas a las de décadas atrás. Por otro lado, el necesario esfuerzo por diversificar la matriz exportadora no es incompatible con incorporar aun más valor agregado a las exportaciones actuales y seguir aprovechando su potencial.
Se trata, de hecho, de esfuerzos complementarios. Es falso que exista una dicotomía entre explotación de recursos naturales e industrialización, como si ambos fueran mutuamente excluyentes. El desafío a futuro es, justamente, compatibilizar ambas dimensiones para maximizar sus respectivos beneficios económicos. La protección del medio ambiente es, por cierto, una condición necesaria para realizar plenamente dicho potencial, algo muy distinto a sostener que el deterioro ambiental es el precio a pagar por el desarrollo.
Por último, años recientes han demostrado que los problemas de Chile para salir del subdesarrollo no están principalmente en la composición de su matriz productiva, sino más bien en fallas de gobernanza.