Diversas mediciones han dado cuenta en los últimos meses de un sostenido deterioro en las expectativas de empresarios y ejecutivos en el país. A medida que los datos de actividad han ido confirmando un cuadro económico más complejo, y al tiempo que los temas políticos (particularmente la agenda de reformas que impulsan las nuevas autoridades) siguen generando interrogantes, las expectativas se han morigerado y consolidado, al menos según el último Índice de Confianza Empresarial (ICE), en el terreno del pesimismo.
Esta situación ya ha sido abordada por las nuevas autoridades económicas, las que han dicho que están monitoreando la situación y preparando medidas que permitan favorecer la inversión y el crecimiento. Tras la discusión entre las autoridades salientes y entrantes respecto del estado de la economía para los cambios de mando de 2010 y de este año, el ministro de Hacienda ha optado por mirar hacia adelante, señalando que está consciente de que habrá que redoblar los esfuerzos desde el sector público y el privado para revertir la desaceleración.
Se trata de un desafío que debe instalarse arriba en la lista de prioridades, ya que así como han caído las expectativas económicas para 2014 y 2015, otras situaciones también invitan a la cautela, como son las dudas que se ciernen sobre la economía china y la evolución del precio del cobre.
Más allá de las dudas que generan algunas propuestas tributarias, haría bien la autoridad en despejar las interrogantes a la brevedad, contemplando, de ser posible, una batería de medidas efectivas que promuevan la inversión por parte de los agentes económicos.