Editorial

En pensiones, una buena señal, pero el mismo diagnóstico

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El gobierno se mostró ayer dispuesto a eventualmente descartar la controvertida idea de las “cuentas nocionales” incluida en su reforma de pensiones -una anotación contable sin aportes reales que se asocia a los sistemas de reparto-, siempre que puedan acordarse alternativas que permitan alcanzar, a través de cuentas individuales, los beneficios sociales que se persiguen. Esto es, en esencia, mejores pensiones para hombres y mujeres en un sistema que resulte sostenible en el tiempo.

Se trata de una valorable señal de pragmatismo, pues como reconoció el subsecretario de Previsión Social, no existen los consensos para avanzar con esa particular herramienta, que ha recibido numerosas críticas desde el ámbito técnico como del político. Asimismo, es positivo que la autoridad se abra a que la reforma previsional no sea sorda a las inquietudes que genera en importantes sectores respecto de la propiedad de los fondos, su heredabilidad, la participación de privados en el sistema y la libertad de elegir sobre mecanismos de gestión, entre otros.

Es positivo que la autoridad se abra a que la reforma previsional no sea sorda a las inquietudes que genera en muchos sectores.

Dicho esto, el diagnóstico de las actuales autoridades no se ha modificado, pues siguen considerando indispensable tener mecanismos de reparto intergeneracional financiados con cotizaciones, tomando como punto de partida los tres puntos de cotización que aprobó la Cámara de Diputados en 2019. Sin embargo, la situación actual difiere bastante de la de ese momento, pues a las significativas mejoras introducidas al pilar solidario -con un alto costo fiscal-, que efectivamente han elevado las pensiones, pese al negativo efecto de los tres retiros de fondos, se suma la Pensión Garantizada Universal establecida en 2022.

Más aun, el Ejecutivo insiste en un rediseño institucional de corte radical que pone al Estado al centro y que despierta muchas dudas sobre su idoneidad para enfrentar los complejos desafíos de un sistema de pensiones para el Chile del siglo XXI.

Por último, es inevitable preguntar si el país está en condiciones de seguir mejorando la situación de los actuales jubilados a costa de las generaciones jóvenes, teniendo en cuenta el cambio demográfico y las malas perspectivas de crecimiento a mediano plazo.

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