Editorial

El Presidente y las “malas noticias”

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“En verdad leo poco los diarios a estas alturas, pero es impresionante el afán por preferir las malas noticias. No sé cómo quiénes sigue leyendo diarios como El Mercurio, La Tercera y La Segunda, no sé cómo queda su corazón después de esto, porque en verdad pareciera como si viviéramos en un país infernal y no estamos en eso”, dijo el Presidente Boric la semana pasada durante Encuentro Anual de la Industria 2023.

Hace bien la Asociación Nacional de la Prensa de Chile en señalar el riesgo de que se vulnere el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos en materia de derecho a la libertad de opinión y de expresión. Pero aunque sea un uso discutible de la tribuna presidencial -especialmente habiendo temas tanto más importantes y urgentes en la agenda del Gobierno-, en sí mismo tiene poco de novedoso que un político reclame que los diarios sólo publican “malas noticias”.

La desconfianza del Mandatario hacia los diarios tiene mucho que ver con la atávica reacción desde el poder por “matar al mensajero”.


Son otros cuatros aspectos los que preocupan.

El primero es que la frase es parte de un historial de afirmaciones poco afortunadas (incluso irresponsables) del Presidente sobre la prensa y su rol que comenzó en su campaña y ha continuado hasta hoy, denotando una escasa comprensión de ambos.

El segundo es un uso improvisado y poco consciente de la tribuna presidencial, donde a menudo frases dichas al pasar en discursos o entrevistas terminan causando polémica y generando costos, como con las recientes declaraciones sobre DDHH y China, o sobre el suicidio y la cobardía.

Tercero, pese a que enfrentan múltiples desafíos culturales, tecnológicos y económicos -y más allá de sus errores y falencias-, los diarios siguen siendo con gran distancia la fuente más completa, variada, confiable y abierta de información en las sociedades libres. El Presidente debiera saberlo y felicitarlo.

Por último, la desconfianza del Mandatario hacia la prensa en general tiene mucho que ver con la atávica reacción desde el poder por “matar al mensajero”. De ser así, como parece, el Presidente haría bien en recordar que el mensajero no genera las noticias, sólo las transmite. La causa debe buscarse en otra parte, y a juzgar por lo ocurrido en el último año y medio, con frecuencia cerca de casa.

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