En los últimos tres años el comportamiento del comercio exterior chileno ha estado dando cuenta de un fenómeno de creciente diversificación de los productos exportados. Cifras oficiales señalan que entre 2010 y el cierre del año pasado, el nivel de participación de los envíos no cobre ha ido en sostenido aumento, llegando a representar a fines de 2013 casi un 48% del total, cifra que se compara con el 42% de participación que tenían estos productos a inicios de la década.
Además, y de acuerdo con las cifras oficiales, los envíos distintos del cobre se ubicaron el año pasado en su mayor monto histórico, récord que coincide asimismo con una mayor diversificación en materia de mercados de destino. Se trata de un resultado que se explica por el esfuerzo que han realizado tanto los empresarios chilenos, como las autoridades encargadas de promover la actividad comercial.
No deja de ser positivo lo que ha estado ocurriendo en materia de diversificación exportadora. Más allá de factores puntuales de precio, que los ingresos del país provengan de fuentes distintas va en la dirección de reducir espacios de riesgo frente a coyunturas que puedan afectar a los productos más relevantes, como el cobre.
Por mucho tiempo, y al alero del concepto conocido como la “maldición” de los recursos naturales, se ha criticado la alta dependencia de Chile con el cobre, cuyas oscilaciones determinaban en la práctica la performance de la economía. Hoy, sin embargo, tanto porque a nivel macro se han desarrollado instituciones para atenuar ese efecto como por la diversificación comercial, es posible pensar en un futuro menos sometido a volatilidad.