En entrevista con este medio, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, ha esbozado los tres ejes que contempla el plan de contingencia anti crisis que elaboró la autoridad económica para hacer frente a un eventual deterioro de las condiciones económicas internacionales y su transmisión al país.
En líneas gruesas, dicho plan contempla una respuesta contundente a cualquier síntoma de estrechez a nivel de la liquidez del sistema financiero, planes de soporte al empleo, en donde el fisco ya suministra puestos de trabajo de emergencia, y apuntalar la inversión, en donde la aceleración de los programas estatales podría surtir efectos relevantes. En paralelo, la autoridad económica ha activado reuniones extra de coordinación con la autoridad monetaria, de modo de que una eventual respuesta anti crisis sea robusta y coordinada, aprovechando todos los espacios existentes en materia de tasas de interés y acción fiscal.
Ambas noticias, el monitoreo y la existencia de un plan predefinido que puede ser activado en forma coordinada, son positivas y existen gracias a la responsabilidad con que han actuado las autoridades, no obstante lo cual exigen un sistema de alerta temprana capaz de contener el escalamiento exponencial con que suele transmitirse las crisis a través del sistema financiero.
Es ahí, en el mercado de capitales, en el mercado del crédito, en el mundo de las confianzas donde está radicada la efectividad de los planes. Por más robustos que sean, si no hay una adecuada y oportuna respuesta ante los primeros síntomas, el precio que se puede terminar pagando podría superar con creces el que el país se merece, dado lo construido en todos estos años.