Editorial

Convención: no olvidar la tarea

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a lógica que impulsó la abrumadora victoria del Apruebo en el plebiscito constitucional de 2020, muy influenciada por la traumática violencia del 18-O y sus derivados, fue que la Constitución actual era más motivo de división que de unidad nacional, pues no estaría representada en ella toda la diversidad de la sociedad chilena, sino más bien la mirada (y los intereses) de solo una parte de ella. Se hacía necesario, según esa perspectiva, redactar un nuevo texto constitucional que fuera “la casa de todos”.

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Si bien es muy pronto para hacer un juicio definitivo sobre la Convención Constitucional elegida para esa tarea, los ciudadanos deben abrirse a la posibilidad de que muchos convencionales podrían no entenderla en los términos descritos. Por el contrario, es notoria la presencia de miradas “revanchistas” o refundacionales, y cierta lógica “de trincheras”, todas incompatibles con el espíritu de diálogo y entendimiento que debe inspirar a la nueva Constitución.

Esta semana, la comisión de Medio Ambiente de la Convención Constitucional (CC) ha dado al menos tres ejemplos de lo anterior. El martes, con una iniciativa de norma sobre propiedad de las tierras indígenas que anularía las concesiones y permisos concedidos por el Estado en un espacio indeterminado del territorio nacional (en la práctica, desconociendo su autoridad). Ayer, rechazando una norma que “consagra el derecho a la libre iniciativa económica y empresarial, y promueve la libre competencia”; y además, aprobando otra que asigna al Estado una larga lista de roles y responsabilidades en la economía, muchos de ellos difusos y hasta impracticables.

En esta etapa temprana del proceso constituyente, bien podría ser una forma de plantear extremos para después negociar hasta un término medio, cuando las discusiones lleguen al Pleno de la Convención. Pero todo indica que proceden más bien de posturas ideológicas en conflicto con la forma de organización política y económica del país, y que no representan a la mayoría ciudadana, como registran diversos sondeos.

Los convencionales deben recordar que la última palabra no la tendrán ellos, sino los ciudadanos en el plebiscito de salida para aprobar la Constitución.

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