Un gran desafío enfrentan hoy por hoy algunas de las principales naciones de América Latina en materia de control inflacionario.
Un primer frente lo representan Venezuela y Argentina, economías que viven un descontrol de los precios internos, con niveles de alzas anuales sobre el 30%; mientras que hay otras situaciones, como las de Brasil y Uruguay -por ejemplo-, que llaman la atención por el aumento de sus precios locales, los cuales incluso se han ido distanciando de las metas impuestas por la autoridad.
En ninguno de los casos mencionados, aunque se trata de distintas magnitudes de inflación, los gobiernos -y equipos económicos, en particular- se han quedado ajenos al problema. Alzas de tasas de interés en Brasil, no obstante, han comenzado a convivir con otras medidas menos recomendables por parte de la academia, las que se relacionan esencialmente con la fijación de precios de ciertos productos y no garantizan una solución de fondo.
El objetivo obviamente es frenar este flagelo, que bien han conocido los países de la región a lo largo de su historia, pero el punto clave es lograr un buen diagnóstico del problema y optar -más allá del corto plazo- por la receta que permita recuperar la preciada estabilidad de precios.