Editorial

Concentración de propiedad

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Un hecho noticioso verificado a principios de la semana pasada ha puesto sobre el tapete un tema cuyos alcances resulta interesante abordar. La entrada en vigencia de una nueva tabla de los factores de concentración que se utilizan para determinar los límites de inversión de los fondos de pensiones sobre determinados emisores vino a recordar que detrás de la regulación que aplica a la forma en que se administran los ahorros previsionales -ahorro forzoso en su gran mayoría- no sólo existen elaboradas fórmulas de cálculo, sino que también una implícita valoración de los riesgos asociados a variables como liquidez del título adquirido, concentración de la propiedad de la empresa y la verdadera naturaleza productiva de los activos de cada sociedad.



En el caso específico de la resolución de la Superintendencia de Pensiones que se tradujo en un puntual castigo del precio en bolsa de dos importantes empresas del sector retail por tener un alto nivel de concentración en su propiedad, el mensaje es claro, como así lo hizo ver en estas páginas un alto ejecutivo de inversiones de AFP: “el regulador ha sido claro con estos cambios. Prefiere, o nos permite como sistema, invertir más en compañías en que el control esté menos concentrado”.

Un mensaje claro, pero que invita a hacer algunas reflexiones. Es razonable que tratándose de ahorros forzosos de los trabajadores para la pensión existan parámetros claros de inversión que busquen atenuar los riesgos a que se exponen esos fondos, como también lo es que dichos criterios no sean necesariamente dogmas de verdad que aplican al 100% de los casos, sino que definiciones que buscan simplificar y objetivar la aproximación de los fondos de pensiones a la hora de invertir en acciones, instrumentos que increíblemente son los únicos a los que se alude como “renta variable”.

Como sea, lo cierto es que una alta concentración en la propiedad de una empresa no tiene que ser sinónimo de mayor riesgo, sino que tendría que serlo la falta de un adecuado gobierno corporativo, la ausencia de prácticas de auditoría confiables y de flujos de información al mercado. Compañías de propiedad muy diversificada, con alta presencia de inversionistas institucionales en su caudal accionario han demostrado ser tanto o más riesgosas que empresas con un dueño claro y dominante. Basta mirar lo sucedido durante la última crisis financiera para sacar conclusiones en esa dirección.

El mundo de los negocios es altamente complejo y sofisticado, de modo que simplificaciones muy gruesas para hacer decisiones de inversión podrían no surtir el efecto buscado.

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