Editorial

Chile y el crecimiento económico futuro

Un llamado a la calma, y esencialmente a la responsabilidad en las demandas, formuló el viernes pasado el ministro...

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Un llamado a la calma, y esencialmente a la responsabilidad en las demandas, formuló el viernes pasado el ministro de Hacienda, Felipe Larraín.



El punto del secretario de Estado, en un ambiente interno donde el gobierno se ha visto complicado por las manifestaciones estudiantiles y donde el presidente de la República ha visto caer su popularidad, es que el crecimiento futuro no está asegurado. Y no lo está especialmente hoy dada la gran cuota de incertidumbre que se ha cernido sobre el escenario económico internacional, tal como lo corroboraron las profundas caídas observadas en los principales mercados bursátiles del mundo la semana pasada.

Este contexto, según sugirió el secretario de Estado, invita al país a trabajar con “unidad, tranquilidad, sin violencia y con diálogo” para mantener el dinamismo de la actividad productiva.

Quizás lo relevante en esta línea es actuar en consecuencia desde ya apuntalar toda aquella iniciativa que contribuya a generar un terreno aún más propicio para la expansión del Producto Interno Bruto (PIB) tanto en el mediano como largo plazo. Que los conceptos de competitividad y productividad no sólo se queden en el discurso y que el diálogo público-privado reditúe reformas ambiciosas.

De hecho, el resultado de 2011 ya es un dato. El país terminará con un crecimiento del orden de 6,5% o más, tal como lo confirmó la variación de 6,1% que registró el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) de junio.

El desafío mayor, entonces, es para 2012 y los años siguientes, en especial si se termina por descomponer de nuevo la economía externa.

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