Editorial

Capacidad de reacción ante los conflictos

Los temas ciudadanos llegaron para quedarse y claramente no en...

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Los temas ciudadanos llegaron para quedarse y claramente no en un rol secundario. Las movilizaciones del año pasado y las de este año han situado a distintos colectivos sociales en posiciones protagónicas dentro de la agenda política, espacios que probablemente no cederán. En los últimos meses movimientos de orden nacional, como el de los estudiantes, o los que movilizaron a los habitantes de regiones como Aysén o Magallanes y de una pequeña ciudad como Freirina, han irrumpido con fuerza, trastornando con urgencia las bitácoras de trabajo de un amplio número de ministros.



Ante la opinión pública esta imagen reactiva parece dejar la sensación de una escasa capacidad de anticipación de conflictos, con el agravante de que instala la idea de que, sometidas a presión, las autoridades reaccionan tardíamente y sin margen de maniobra, lo cual naturalmente afectaría su desempeño en la resolución de los conflictos.

Si bien la política y la tarea de gobernar supone la aparición ocasional de crisis que deben ser resueltas en escenarios de presión, la recurrencia de este tipo de situaciones en los últimos meses puede instalar una percepción inadecuada a nivel ciudadano, la que, más allá de si es justa o injusta, supone riesgos para el funcionamiento del país. En efecto, que las autoridades aparezcan presionadas, llegando tarde a los conflictos y reaccionando cuando los acontecimientos se han desbordado podría afectar en otras situaciones latentes de tensión social, alterando su desarrollo. Por lo mismo, es fundamental evitar que señales de este tipo se instalen, lo que supone un mejor monitoreo y manejo de los conflictos que cruzan o pueden cruzar al país.

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