La semana pasada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) emplazó a Argentina a responder los cuestionamientos sobre la veracidad de los datos oficiales de inflación y económicos. Si ello no ocurre antes del 17 de diciembre, el país se expone a que el organismo no le otorgue financiamiento.
Pese a lo fuerte que resulta la advertencia, la opinión de JP Morgan y Deutsche Bank es que no tendrá impacto alguno, por la simple razón que Argentina no necesita recursos del FMI. Y la razón por la que realizan esa afirmación es muy sencilla: el auge que registra a nivel internacional el precio de la soya, con su consiguiente efecto en las exportaciones, está impulsado el crecimiento económico del país, así como el desempeño de sus bonos en dólares. En suma, el emplazamiento del organismo internacional debería tener poco efecto.
Y este auge se vislumbra por lo menos durante todo lo que resta del año debido principalmente al efecto que está teniendo la sequía en Estados Unidos -la peor en 50 años- en los precios de los commodities agrícolas. Sólo por esta situación Argentina debiera recibir unos US$ 11 mil millones adicionales en ingresos por exportaciones agrícolas en 2013. Así de simple.