Adverso clima para la inversión
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El ambiente económico en el país atraviesa por una etapa de marcado pesimismo. Esta percepción está muy influida, obviamente, por las proyecciones negativas que el mercado anticipa para las principales variables el próximo año, pero el problema de fondo va mucho más allá.
De hecho, proyectar un escenario desfavorable para 2023 no debería sorprender, toda vez que se trata de un ajuste inevitable que deriva de la sobre expansión en el gasto sin precedentes que tuvo lugar en 2021, a lo cual habría que agregar un escenario económico y geopolítico internacional particularmente incierto. Pero, dicho lo anterior, hay algo en el ambiente que trasciende a lo ya señalado, y que está relacionado con el clima adverso que se percibe para la realización de nuevos proyectos de inversión, factor clave para la recuperación económica y para la generación de empleo.
Se percibe un ambiente poco favorable a los nuevos proyectos de inversión, factor clave para la recuperación económica y el empleo.
Obviamente, la incertidumbre constitucional es un tema que va a seguir estando latente, y a estas alturas no cabe si no esperar hasta que quede definitivamente resuelto, con la aprobación de una nueva Carta Fundamental. Pero las políticas públicas específicas que está promoviendo el Gobierno en el ámbito tributario y previsional -básicamente por su impacto en el mercado de capitales esta última-, por citar las más emblemáticas, definitivamente no van a ser neutras respecto de la inversión, y de acuerdo a su curso actual, lo que el mercado está anticipando es un impacto negativo.
Pero esto no es lo único: las crecientes dificultades que se están observando para lograr la aprobación de nuevos proyectos -incluso en áreas que el propio Gobierno está promoviendo, como es el caso del hidrógeno verde- así como para prolongar la vida útil de yacimientos mineros en explotación; las confusas señales que se están entregando en el ámbito de la explotación del litio; y la sorprendente demora en dar la aprobación definitiva al TPP11, tejiendo un manto de duda respecto de la voluntad de continuar profundizando la internacionalización de la economía chilena, son todas señales claramente desfavorables para fortalecer un clima propicio para la inversión.
Definitivamente, el Gobierno debe enmendar el rumbo en esta materia.