Verónica Neghme

Cambios necesarios

La reforma a la Cancillería es un tema que se ha planteado como una necesidad frente a los cambios que se han producido...

Por: Verónica Neghme | Publicado: Martes 22 de febrero de 2011 a las 22:00 hrs.
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Verónica Neghme

La reforma a la Cancillería es un tema que se ha planteado como una necesidad frente a los cambios que se han producido tanto en el escenario global, como en la dinámica que ha adquirido la política exterior de Chile en los últimos años. 


La diplomacia tradicional ha cambiado: nuevos actores y temas emergen en el contexto internacional y Chile, ya inserto plenamente en éste, no es ajeno a esta realidad.En un sistema como el nuestro, en donde el Ejecutivo formula la política exterior y, tradicionalmente la Cancillería es el ministerio que la ejecuta, se añaden otros actores como son los empresarios, sectores de la defensa, la opinión pública nacional e internacional y los medios de comunicación, las ONG, entre otros. 
Los temas se han ampliado más allá de la dimensión política-económica y comercial y también emergen otros relevantes para el desarrollo del país: los recursos energéticos para crecer, y el crecimiento sustentable- la preservación de nuestros recursos pesqueros, el cambio climático, la escasez del agua, por mencionar algunos. 
En este contexto, una diplomacia tradicional, con marcado énfasis en concretizar las ideas presentes que traza el Ejecutivo, es restrictiva. 
La reforma de la Cancillería es un tema estructural y difícil, y desde la década de los setenta que no se han podido llevar a cabo los cambios necesarios para un Chile que avanza en el ámbito internacional y que requiere de profesionales preparados de manera diferente.

A mi juicio, la Cancillería debiera partir cambiando el foco de la enseñanza en la Academia Andrés Bello, seleccionando profesionales con títulos universitarios, con el dominio a lo menos del inglés- de tal forma que en la Academia inicien el estudio de un segundo idioma-ofrecido según las prioridades de la política exterior actual. A ello se debieran agregar más talleres de negociación diplomática, por la naturaleza de la función diplomática. 
Los estudios de prospectiva, disciplina que no significa “adivinar el futuro” sino formar una mentalidad de prever conflictos y diseñar escenarios frente a temas complejos, debiera ser incorporado en su estudio. También, nociones de gestión, análisis y manejo de los medios de comunicación tradicionales y nuevos y de la opinión pública no pueden estar ausentes, en un mundo donde éstos no tienen control y sí mucho poder. 
Se debiera dotar a los futuros diplomáticos de conocimientos y herramientas para enfrentar temas y problemas del siglo XXI con eficiencia y eficacia. 
Como en todas las profesiones, el aprendizaje debe ser continuo y no solamente en el trabajo, diseñando un sistema de actualización que quizás pueda finalizar con un grado de Magister en la misma Academia Diplomática.

El otro tema se refiere a los profesionales de planta que trabajan en temas específicos, jurídicos, medioambientales, etc. A ellos debiera ponérseles al mismo un nivel que al servicio Exterior en status y remuneración, precisamente porque son ellos los que podrían realizar estudios, seguimiento y proposiciones en temas que requieren más permanencia y son de solución en el mediano y largo plazo. 
Un tema difícil, que requiere de mucha decisión.

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