Una estrategia de crecimiento para Chile
Mauricio Villena Decano Facultad de Administración de Economía UDP
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Mauricio Villena
Chile atraviesa una crisis económica importante, con una inflación que seguramente seguirá en dos dígitos durante este año y un crecimiento que se viene desacelerando, y que probablemente nos llevará hacia fines de año a una recesión técnica. ¿Cuál sería una estrategia pro crecimiento para el país en estos tiempos de crisis?
Dos sugerencias consistentes con la contingencia económica.
“Debemos promover la inversión empresarial, porque el crecimiento económico a largo plazo depende del crecimiento de la capacidad productiva, más que de oscilaciones de oferta y demanda agregadas”.
Primero, continuar apostando por el libre comercio, el cual se basa en no restringir las importaciones ni las exportaciones, estableciendo aranceles bajos, a fin de promover el comercio internacional. Una expresión de ello son los tratados de libre comercio (TLC), que permiten intercambio de bienes y servicios con pocos o ningún arancel, cuota, subsidio o prohibición que lo inhiban.
Esta ha sido una estrategia procrecimiento del país desde el retorno a la democracia, con una red de TLC con más del 60% de la economía mundial y un mercado de más de cinco mil millones de personas. Los TLC incentivan a las industrias locales a ser más competitivas y a la vez abren nuevos mercados, promoviendo nuevas inversiones. Lamentablemente, hoy esta exitosa estrategia está fuertemente cuestionada por las autoridades, que se han mostrado reticentes a firmar nuevos tratados comerciales, incluyendo el TPP-11, y han demorado sobremanera el proceso de modernización del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea.
Segundo, debemos promover la inversión empresarial, la cual puede afectar al crecimiento de la economía tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, mayor inversión aumenta directamente el PIB, pues el capital físico se produce y se vende. A largo plazo, un mayor stock de capital físico aumenta la capacidad productiva global de la economía: se producen más bienes y servicios con el mismo trabajo y demás recursos.
Esto es importante: el crecimiento económico a largo plazo depende del crecimiento de la capacidad productiva, más que de oscilaciones de oferta y demanda agregadas. Lamentablemente, la reforma tributaria (RT) propuesta por el Gobierno, tanto por su alcance (4,1% del PIB a 2026) como por su timing (ad-portas de una recesión), complotan en contra de la inversión privada en un momento crucial para la economía.
De hecho, un aumento de esta magnitud, con un énfasis en subir las cargas tributarias a las rentas del capital y de los contribuyentes que ahorran, sin duda dañará la inversión privada de mediano plazo, con medidas como: el impuesto al patrimonio; el impuesto al royalty minero; el límite al uso de pérdidas al 50% de la renta líquida imponible; y el impuesto a las rentas del capital.
Es clave en estos momentos de crisis que el Ejecutivo retome su estrategia de desarrollo basada en el libre comercio y que revise medidas de la RT que castigan el ahorro y la inversión empresarial, sobre todo porque esto puede definir la senda de recuperación económica mucho más allá de este gobierno.